Por: Uriel Waizel, Claudia Jiménez y Rodrigo Jardón (el fotógrafo)
...Y ya se nos está haciendo tradición, esto de visitar Guadalajara. En el espacio de un año, hemos sido bendecidos con cuatro visitas, y así, ya llevamos 2 FIM’s y ahora, en este fin de semana, tuvimos nuestro 2º 212 RMX, en el cual no sólo fuimos espectadores, sino que repetimos el honor de presentar un escenario.
Tan arraigados nos estamos volviendo a “Guanatos”, que ya hasta tenemos nuestros lugares favoritos para comer: Éramos muy, muy fans de El Negro Ponte Trucha, hasta que conocimos un lugar al que llamamos las “NarcoTanque-Hamburguesas” (averiguen en nuestra reseña de la FIM 2012, cómo es que llegamos hasta este taller mecánico de día, lonchería de noche).
Luego de una noche de Luna Azul (así le llaman al fenómeno cuando en un mes ocurren dos lunas llenas) en la hermosa Perla Tapatía, comenzó nuestra jornada en el 212 RMX. Durante nuestra primera y breve prospección a lo largo de la avenida Chapultepec, ya se veían legiones de morros y morras visitando los 4 escenarios del festival. Nosotros, mientras tanto, aprovechamos para probar el famoso Tejuino (bebida fermentada de maíz, que los tapatíos acompañan con limón y nieve).
Apenas calentaban motores las bandas abridoras de cartel cuando se dejó venir la lluvia, en lo que parecía un monzón jalisciense: y nosotros que nos habíamos vestido cual turistas gringos para asolearnos y aprovechar el sabadito... No mentiremos que los ánimos del festival se empaparon por un rato, por suerte alguien de la RMX ha de haber clavado un cuchillo en las jardineras de la bellísima Av. Chapultepec, y por arte de magia, Don Tlaloc se retiró antes de que comenzara Antoine Reverb en el mismísimo escenario Panamérika –montado en la esquina con Guadalupe Zuno– la banda, que jugaba de local, abrió con su ondulante sencillo “You as Fish”, cuyo video recién estrenaron días antes del festival, con unas animaciones alucinantes.
Después de verlos un rato continuamos nuestro recorrido por la avenida y nos encontramos al pequeño nuevo bebé de Red Bull, un auténtico malandro venido a fiesta portátil: autómovil que parece sacado de una película de Indiana Jones, una especie de tanque-carcacha pimpeado como un soundsystem, con motor de Land Rover y pinta de tanque Volvo de la Segunda Guerra Mundial, este guey lleva en sus entrañas pantallas y tornamesa para que un DJ arriesgado se suba a este y dropee bombas de dubstep y/o armamento cumbioso hacia los curiosos que se encuentren a unos metros a la redonda: se llama Sugga y queremos que en Red Bull nos lo presten para ir a dar el rol. Aquí, sobre la calle Libertad se estuvieron presentando algunos DJs locales incluido nuestro compa el DJ Rayo, que le hace a los scratchs en Troker y también en su proyecto alterno Centavrvs.
Después de enamorarnos del Sugga nos fuimos a hacer una intervención a RMX, donde a nivel república recomendamos a nuestros actos favoritos del 212: que si íbamos a ver a Juan Cirerol, que si la Carlita Morrison, que si no se pueden perder a Descartes a Kant. Lo sentimos si recomendábamos mucho a Monsieur Periné, pero es que les traíamos ganas y no nos desilusionaron. Rezaremos también un bonche de Ave’s María’s y 2 Padres Nuestros pa’llevar, por todas las blasfemias (justificadas) que dijimos al aire, al valernos de nutridos eufemismos para invitar a que la banda le cayera a disfrutar las joyas que presentábamos en nuestro escenario.
Mientras esto ocurría, uno de los actos estelares se llevaba a cabo, no cabía un alma más en la plaza que rodeaba el escenario Telcel, en este lugar el triple combo Torreblanca-Carla Morrison-Enjambre provocó que los fans-from-hell más jóvenes, indiferentes a la lluvia que iba y venía, se abarrotaran con mucha más fe que en los demás escenarios. El show de Carla Morrison y su banda mantuvo a la gente subida en los árboles, en las rejas de las casas y hasta en los sanitarios portátiles, pendientes a sus temas de desamores y su actitud de mujer sensible pero con agallas que hechizó al público que coreaba sus temas varias cuadras a la redonda. Y Carla, estoica, desértica y política se echó a la bolsa a los tapatíos, no sin antes dejarles claro con una manta que EPN no es su presidente.
Y cuál va siendo nuestra sorpresa, que cuando regresamos al recinto de Panamérika, se encontraba The Oaths sobre éste. Y como si fuera un personaje tomado de El Inspector (de la Pantera Rosa), desenmascaramos a Andrés Romo –de Antoine Reverb– disfrazado con playera tropical y lentes à la Pet Shop Boys, en lugar de sus lentes hipster que usa con su proyecto arty. Por deducción, The Oaths es el espacio donde este chico camaleónico se da lujo de botar las intenciones de que lo reseñen en Pitchfork, para, en su lugar, fiestear de un modo más deschongado a partir de himnos de electro-pop con disco bien copeteado. Hay que decirlo: The Oaths en vivo sí fue una de nuestras sorpresas más gratas, un proyecto que logra su cometido, toca a los asistentes y los pone a bailar como en boda cuando sacan los sombreros y los globos de carnaval.
Otro que llenó de orgullo nuestro escenario, fue Juanito Cirerol, quien ya comienza a adquirir matices de ídolo, al dominar en cada presentación y echarse al bolsillo a la audiencia, con esa muy particular y caricaturesca manera de moverse; con sudor en la frente y todos los reflectores encima, Cirerol demostró –una vez más– que puede llenar un foro sin mayor compañía que la de su guitarra y armónica. A esta altura, el canijo cachanilla ya no es ningún novato del año, sino un acto a punto de pasar a las grandes ligas: ya el público corea sus canciones, y le piden la de “Perro” y le gritan una de sus frases de batalla “Todo fain”. Nomás que se nos cuide la voz (pa’que no acabe como el Saúl Hernández), porque el Juan sí le rasga duro a las cuerdas vocales, y la juventud doesn’t last forever, plebe.
Directo a nuestro plato fuerte: los bogotanos Monsieur Periné. Ya los habíamos visto en tierras tapatías hace unos meses, durante la FIM, pero como lo pueden leer en nuestra reseña, aquel foro de La Mutualista, no les hizo justicia. Ahora, en un foro abierto y festivalero, frente a un público menos juicioso y más dispuesto a rumbear, el Mesié (que le llaman) logró un espectáculo de grandes bandas con su swing a la colombiana. Nos atrevemos a decir una barrabasada: a cualquier vato se los podrían explicar como “Aterciopelados con jazz”, pero que se pongan a temblar los actos de Colombia, Hispanoamérica, y el Mundo, porque los Periné ya le he están comiendo el mandado a Bomba Estéreo. Tienen lo que se requiere: presencia en el escenario, simpatía a la hora de interactuar con el público, narrativa e historias que contar durante su setlist, vestuarios al estilo del Sargent Pepper’s, enormes instrumentaciones que han estudiado perfectamente a los géneros de cabaret, para ir de lo austero y bohemio, hasta lo balcánico y explosivo (¡la cosa terminó con el público haciendo pogo!). Con las rolas de su álbum debut, llamado Hecho a mano, vaticinamos a los shows de Monsieur Periné como algo imperdible: tienen que ver a la vocalista, Catalina, moviéndose como un títere de vaudeville; Camilo Parra, el clarinetista, matizando impecablemente cada pieza o y lo más sorprendente: Santiago –el guitarrista– haciendo una rendición a Louis Armstrong (y se nos antoja que haga el dúo Ella & Louie junto a Catalina). Monsieur Periné ¡es la vaina!
Ya cuando muchos pensaban dejar el festival e irse a emborrachar, una de las bandas más emblemáticas de Guadalajara salió al escenario 2012, a unos 20 minutos del escenario Panamérika con el tráfico peatonal. Con el show teatral que complementa su música, los Descartes a Kant prendieron a cientos de fans aferrados a la valla del escenario y pidieron al público en general que los ayudara echando desmadre para la grabación de un videoclip en ese justo momento.
Hacia la recta final de la noche, cayó el Mexican Dubwiser en los albores del lanzamiento de su disco. Hace un año lo tuvimos en ese mismo escenario con una super presentación que nos dejó a todos apantallados. Esta vez, con algunos inconvenientes de por medio, salieron retrasados y con unas condiciones de audio muy precarias. Aún así no faltó quien le hizo a los pasos sabrosos en el público y el propio Marcelo Tijerina echó las carnes al asador, aunque desafortunadamente esta no fue una de sus mejores presentaciones.
Y para cerrar, los hermanos Tranquilino, presentaron las canciones del próximo disco de Yokozuna, con el Toño haciendola de superstar de estadio, tiene estudiadísimos los movimientos de los bateristas malosos del rock y continuamente se mofa de eso en el escenario. Pusieron a brincar a propios y ajenos, que eran muchos, con unas letras más revolucionarias y menos cargadas de testosterona, pero ya para esta hora, como la 1 am, nuestros achaques de veteranos comenzaron a cobrar factura y tuvimos que salir de ahí rumbo al hotel para adoptar la horizontal.
Así concluyó uno más de nuestros episodios en una de las ciudades que más nos gusta de la República Mexicana. Agradecemos a todas las bandas que desfilaron por nuestro escenario: Los Licuadoras, Ella y el Muerto, Comisario Pantera y Sara Valenzuela, que subieron con todo a tirar jugo y hacer de esta fiesta una llamarada de música con huevos, sensibilidades y mezclas inusuales de estilos.
Sin que sonemos a discurso de presidente electo, nos gusta pensar que RMX es un festival que hoy ya demostró ser robusto, estamos seguros que el próximo año será más, dejará pronto de ser un festival que se tenga que presentar constantemente y se irá fortaleciendo como un evento emblema de la ciudad ¡¡Nos vemos el próximo año!!
Acá más fotos de la jornada tomadas por Jardón