La lluvia arreciaba. Bajo el Azteca surgía una fina pero densa cortina de agua. Fue entonces cuando apareció Dante López y su impactó desviado en la defensa águila se elevó y cayó súbitamente tras las espaldas de Moisés Muñóz. 0-1, resurección puma, en el instante menos imaginado posible. El Estadio Azteca presenció uno de los partidos más esperados a lo largo del año; América y Pumas se enfrentaban en la jornada siete del Apertura 2014. Los locales llegaban como favoritos, ya que no habían perdido ningún juego en el torneo; por el otro lado, aparecía un equipo que recién había estrenado a su director técnico, Guillermo Vázquez regresó del destierro en La Noria para brindar electroshocks a unos Pumas en coma.
Comenzó el encuentro con propuestas ofensivas. “Memo Vásquez” no cedió en el escenario rival y Pumas salió a buscar goles al igual que el conjunto azulcrema de Antonio Mohamed. Y es que se jugaron más que tres puntos, en un partido con dimes y diretes el orgullo está primero. Los del Pedregal lucieron atentos en medio campo durante los primeros 45 minutos, generaron balones de peligro en la cabaña de Moisés Muñoz, quien siempre se mantuvo atento a los disparos de media distancia.
El “Turco” Mohamed no se dedicó a tomar con cautela el encuentro y de la misma forma que ‘Memo’ mandó a su equipo en busca del gol (el gen de los Toros Neza del ’96 permanece). Michael Arroyo y su velocidad dejaron atrás al juvenil Van Rankin en más de una ocasión; el destanteo no fue suficiente para que las Águilas inauguraran el marcador. El primer tiempo concluyó sin anotaciones, casi sin emociones.
Para el complemento no fue diferente la tónica del partido: americanistas y universitarios deseaban la victoria a como diera lugar. Los pupilos de Mohammed insistieron por la parcela izquierda: Miguel Layún y Michael Arroyo probaban con disparos fuera del área que vigilaba Alejandro Palacios. Por parte de los felinos solo había porras, en la tribuna los ‘goyas’ retumbaban, pero ninguna jugada al ataque con claridad fue generada.
Minutos de suspenso. Oribe Peralta y Eduardo Herrera fallaron frente al arco, el primero mandó el balón por un lado y el segundo por encima del travesaño. Quedaron ahogados en el agua los gritos de gol, hasta que la lluvia arreció cuando el partido moría y Dante López golpeó el esférico y, tras el desvío, cayó mansamente, como gota de lluvia, ante el vigilar impávido de Muñóz, espectador de lujo de la resurección puma.
América perdió el invicto de la peor forma posible: en casa, ante los Pumas y bajo una sinfonía de ‘goyas’ atronadores. Los felinos resucitaron. Aunado a los gatos, los pumas también tienen siete vidas.
David Mancera
@BatMancera7