A la vez que la fotografía es un documento invaluable, se convierte también en un recorte perfecto de tiempo y contexto. Cualquier tipo de imagen retoma estos elementos y estos dependen a su vez, de la historia que hay detrás del lente. Nunca antes se había creado una asociación que festejara el cabal trabajo de los fotoperiodistas de todo el mundo. Sus fotografías aparecen en revistas y empresas de información, jamás alguien las había arrebatado de su función inicial “informar” y les había agregado uno nuevo: expresar.
WorldPressPhoto anunció la lista de los ganadores el 14 de febrero de este año, en Ámsterdam –la ciudad que vió nacer el concurso– y así comenzó un largo recorrido de exhibición por 100 ciudades diferentes, una de ellas, el D.F. Como es costumbre, el concurso se instala en el Museo Franz Mayer y este año estará desde el 28 de agosto hasta 28 de abril de martes a domingo de 10 de la mañana a 7 de la noche.
La exposición intenta mostrar los conflictos ocurridos en un año. Esta vez el conflicto en Siria, el derrumbe de una fábrica de textil en Bangladesh que provocó la muerte a más de 1110 personas, el tifón del 8 noviembre en Filipinas y una vez más, las víctimas del crimen organizado en México: son los temas que figuran entre los ganadores. Sin embargo, la adición de nuevas categorías ha transformado el concurso de maneras inimaginables. Las fotografías se han moldeado a los llamados problemas contemporáneos y vida cotidiana: violencia familiar, aceptación del sector homosexual en un país y la vida del campo de una familia en Transilvania. Así los temas se han diversificado, hay ocho categorías y pueden ser entregadas como fotografías individuales o en serie.
El reto de los fotógrafos de la era digital ya no sólo es documentar el suceso, las redes han abierto esta posibilidad a la población global –¿cuántos videos de youtube han protestado contra injusticias o presenciado sucesos de primera persona?–, lo que ofrecen estos fotógrafos son imágenes de alta calidad con exigencia técnica, discursiva y conceptual. No pretende persuadir ni llamar a la acción, estas fotografías ofrecen una mayor comprensión de la humanidad, sus complejas relaciones y reacciones.
John Stanmeyer, ganador del primer lugar del jurado, presentó la fotografía “Signal”. Inmigrantes africanos, a orillas de la ciudad de Yibuti, levantan sus teléfonos móviles en un intento por captar una señal de la vecina Somalia, para mantener el contacto con sus familiares en el extranjero. Yibuti es un punto de parada habitual en la ruta de los inmigrantes de Somalia, Etiopía y Eritrea hacia Europa y Oriente Medio, en busca de una vida mejor. Una imagen que reconoce la urgencia del hombre por conectarse con los demás, una simple necesidad que se ve cubierta entre las desigualdades económicas, la búsqueda por un mejor futuro y la conexión tecnológica de la que todos somos víctimas.
Sin duda hablamos de un nuevo paso en la historia de la fotografía, lo que antes era un intento nato de documentar o de hacer fotografía cotidiana, ahora es un complejo acercamiento a la vida personal que proporciona la posibilidad del retrato social plasmado en el individuo. Se trata de una especie de fusión ininteligible entre el documentalismo y la fotografía artística.