Por: Kevin Frippson (@kevinfripp) Fotos: Ricardo Marín (@reecardough) Es tarde, muy tarde, sales corriendo de casa, no tienes tiempo para el metro y decides tomar un taxi que, a pesar de tus ligeras amenazas hacia el conductor, te cobra una tarifa nocturna excesiva que después de unas cuantas palabras cruzadas terminas pagando. Bajas molesto, con ganas de golpear algo, pero prefieres guardar el enojo para el slam. Conforme te acercas al lugar encuentras diferentes grupitos de personas, unos muy hipsters, otros muy atemporales, los inadvertidos y los argüenderos; hay de todo. Algunos esperan a sus demás colegas para entrar al recinto, otros comparten experiencias mientras en sus manos se consumen algunos cigarrillos. Te unes a alguna de las bolitas, entre las charlas (a las que no pusiste mucha atención) miras un poco hacia arriba y un espectacular al estilo cine de los ochenta, te deslumbra con los nombres de los encargados de destruir tus tímpanos esta madrugada: Joliette, El Shirota y el Dj Set de Raw Power.
El ambiente huele a amistad, tal parece que todos conocen a todos; es como una fiesta de expresar afecto: abrazos, estrechadas de mano y besos en los cachetes (también en la boca) marcaron el inicio de la noche y muchos de los momentos de la misma. El frío externo no le hace ni cosquillas al lugar, entre el ajetreo, la música de fondo y la multitud, el clima se mantiene templado hasta que El Shirota subió al escenario. Cuatro chavos con actitud ‘frescapunk’ aparecen detrás de la cortina del escenario con una sonrisa muy marcada en el rostro. Desde el público se escuchan algunos gritos que no entiendo si son positivos o negativos hacia la banda, pero ellos ni los toman en cuenta porque están muy entretenidos hablando/gritando sobre "la estética de la banda". Dos canciones nuevas, dos que conociamos gracias a su Ep homónimo y otras dos rolitas nuevas dieron un total de casi treinta minutos de guitarras rasposas y gritos desesperados, que obligaron a unos cuantos a dejar el lugar. Segundos después ellos hicieron lo propio en el escenario y dieron paso al siguiente acto de destrucción auditiva.
Ya con unas chelas encima nos preparamos para recibir a los enfadados Joliette (pues ni tanto, eh). Agradecieron enormemente que les hayan brindado el espacio para tocar, ya que nunca se habían presentado ahí, y dieron entrada con “Say Hola!” de su último disco Principia. Mientras contemplábamos cómo contemplaban al tiempo que se va, la energía en el lugar se mantenía constante, pero en algunos picos estridentes tenía efímeros brotes de ira reflejados en el slam. No sé si la gente pensaba que los vatos tocan muy cañón (por sus caras de espasmo) o estaban en un trance, pero a momentos había, en todo el lugar, cierta quietud incómoda. No fue hasta “Czirros” que algunos reaccionaron, y junto a Fer desgarraron sus gargantas. “Qúmulos” nos dio un respiro durante cuatro minutos para terminar con otra ronda de cuerdas vocales destruidas. Antes de finalizar nos deleitaron con una rola nueva que dejó a muchos con el ojo cuadrado y dieron entrada al odio, la verdadera ira, el descontrol, el slam, los empujones, el sudor, la saliva, los gritos intensos de algunos en el público y todos mueven la cabeza y todos gritan, y todos brincan… y el estallido final se dio con “Todos Odian”.
Para finalizar el crew de Raw Power acabo con la poca energía persistente en los asistentes gracias a un gran playlist de punk, hardcore y derivados estruendosos.