¡Volvamos a escuchar discos completos!
Existe la teoría de que hay canciones que son como mitos fundacionales, otras que son como tragedias y algunas que son cuentos… Dentro de esta lógica, entonces, hay álbumes que son como grandes épicas.
Las representaciones culturales como los libros, películas, canciones, etc. siempre han tenido una doble vista para la forma en la que los experimentamos. O los consumimos como formas fáciles de entretenimiento o buscamos en ellos una experiencia estética.
Ante la pandemia del COVID-19, quienes podemos, nos vemos en la necesidad de ejercer el auto-aislamiento como medida de precaución para no aportar a la propagación del virus. Tener las 24 horas del día dentro de nuestras casas y habitaciones ha desplegado en la comunidad virtual diversas maneras de aprovechar el internet para pasar el tiempo. Sin embargo, otra alternativa es disponer de nuestro tiempo libre para revisitar álbumes enteros que tal vez hace años no escuchábamos.
Randall Roberts en su artículo en Los Angeles Time, “The lost art of deep listening: Choose an album. Lose the phone. Close your eyes” aboga por este regreso a dedicarle tiempo y placer a la actividad de ponerle play a un disco y escucharlo de inicio a fin. Esto también puede ser visto como una oportunidad para reivindicar al álbum o disco como una creación completa en sí misma, no sólo el contenedor de varias canciones. Al respecto Randall hace hincapié en todo el trabajo y tiempo que los artistas dedican a la producción de sus discos, el proceso de pensamiento para crear una obra completa que está dispuesta en ese orden particular de canciones es por alguna razón.
Quienes tenemos la oportunidad de hacer home office, y de disponer de nuestros horarios de manera libre, podríamos hacernos un espacio de una hora o dos para volver a escuchar a nuestros músicos favoritos desde una nueva perspectiva. Podemos buscar esas canciones que tanto repetimos y más bien escuchar todo el disco en el que están integradas. Tenemos la oportunidad de cuestionar cómo experimentamos la música. Repensar el “escuchar música” como una actividad en sí misma, y darle el valor que tiene la obra completa de un álbum. Tal vez un poco dentro al estilo del close reading deberíamos empezar a practicar el close listening. ¿No creen?