Redefiniendo el éxito
Este texto fue publicado originalmente en Publimetro.
Texto por Luis Fridman @hombredelfrid
La cultura del Olimpismo, desde la antigua Grecia, fue siempre vinculada a la victoria. Es el evento por excelencia para presentar a los más capaces seres humanos y enfrentarlos entre sí para determinar quién es el mejor. El éxito está en colgarse una presea dorada del cuello, aunque una plateada o bronceada tampoco luce tan mal. Cualquier alternativa diferente a las tres mencionadas se considera un fracaso, la derrota en la búsqueda de un lugar en el Olimpo.
Los Juegos Olímpicos de Invierno, aún llevándose a cabo en PyeongChang, Corea del Sur, se han encargado de desmitificar esta teoría, de demostrar que hay más de una manera (o tres, considerando todas las preseas) de triunfar en el deporte olímpico.
El primer éxito no vinculado a la victoria deportiva vino en la inauguración. Bajo la consigna de hacer a estos los “Juegos Olímpicos de la Paz”, las delegaciones de Corea del Norte y Corea del Sur desfilaron unidas, pese a los más de 70 años de separación entre las dos partes de dicha península, ahora representada en una bandera blanca con su dibujo en azul.
La unión no quedó en lo extradeportivo. En el hockey sobre hielo, de la rama femenil, ambas Coreas formaron una sola selección. Perdieron 8-0 ante Suiza y por idéntico marcador ante Suecia. Ante Japón cayeron 4-1, pero ese gol, anotado entre jugadoras de ambas naciones, resultó el más importante de la justa, por encima de cualquier medalla.
En temas más cercanos a nosotros, la noticia con mayor circulación fue que “un mexicano celebró quedar en último lugar”. Algunos lo aplaudieron, muchos más lo criticaron, ¿pero cómo juzgar a un hombre que pasados los 40 años puso a prueba todo lo que había hecho en su vida, que invirtió su tiempo y dinero y que por méritos totalmente propios (deportivos y no deportivos) se subió a la montaña y esquió por casi una hora para llegar a la meta como otros no pudieron conseguirlo?
Quizás Germán Madrazo no fue exitoso de la manera convencional, como tampoco lo fue la selección de hockey sobre hielo femenil de las Coreas. Quizás que ambas historias no sean consideradas “de éxito” nos indica que es momento de redefinir esta palabra en el mundo del deporte.