“Put your FUCKING phone away!” Florence Welch predica el evangelio de ‘soltar y dejar ir’ en la CDMX

“Put your FUCKING phone away!” Florence Welch predica el evangelio de ‘soltar y dejar ir’ en la CDMX

Florence + The Machine 2019 Palacio de los deportes CDMX Florence Welch

Fotos vía Florence Updates, por Víctor Fuentes y Andrés Hernández


Pocos pueden negar el encanto ineludible que emana Florence Welch. Su aura etérea y optimista, su look bohemio como de otra era, la dualidad de su voz que oscila entre estentórea y dulce. La inglesa siempre nos ha dado esa sensación de ser un alma legendaria, antiquísima, que camina por los terrenos del pop de nuestra era, y con ello, ha logrado consolidar una de las bandas británicas definitivas de la última década, acompañada por su incondicional colaboradora Isabella Summers y un puñado de talentosos músicos que han sabido aportar a su distintivo estilo.

En su segunda visita a la Ciudad de México la noche de ayer —después de haberse presentado por primera vez en el Corona Capital del 2012—, Florence Welch y su “máquina” de sonidos convirtió el domo de cobre del Palacio de los Deportes en su catedral personal de plegarias cósmicas e himnos de amor. Hace 7 años, aún usaba el cabello recogido con coronas de flores y un labial rojo que acentuaba sus pómulos pronunciados y su tez blanca. Ayer, adoptó el look que ha definido su imagen en los últimos años: un vestido largo y vaporoso color durazno, de encajes y transparencias, con su melena cobriza suelta y libre bajo los hombros y ni un rastro perceptible de maquillaje. Por supuesto, actúo, bailó y brincó descalza como acostumbra, como una hippie de corazón.

La noche abrió con el Palacio a la mitad de su capacidad —considerando que los niveles D y E estaban inhabilitados, cubiertos por largos lienzos negros— y el estruendo del público que se deshizo en gritos en cuanto la pelirroja pisó el escenario. El diseño del set fue modesto: la banda y sus instrumentos delineados por una luz cálida, una pantalla cuadrada de fondo que proyectaba intermitentes clips de remolinos de pintura con una que otra frase en la caligrafía de Welch y una bandera de arcoíris posada sobre las bocinas.

Florence inauguró el recital con la nostalgia y delicadeza de “June”, tema de su más reciente álbum High As Hope. Inmediatamente después, irrumpió la enérgica y dancística “Hunger” como el primer momento de intensidad del setlist, acompañada por las sacudidas del público al mando de las percusiones y el teclado del estribillo “We all have a hunger, we all have a hunger...”

Con “Hunger”, la banda detonó un primer acto definido por algunos de sus temas más vivaces y grandilocuentes, ya que continuaron con “Ship to Wreck” y “Queen Of Peace”, ambos de How Big, How Blue, How Beautiful. La primera, como efervescente remolino de autodestrucción; la segunda, como una epopeya medieval que narra los periplos del amor y su infortunio.

La parte medular del concierto consistió principalmente de temas más apacibles que permitieron que Florence hiciera gala de su rango vocal, además de prolongadas interacciones con el público, hablando de su afición por Frida Kahlo —a quien llama una de sus Diosas personales—, el mezcal y el imaginario de los “sagrados corazones”.

La relativa calma del segundo acto se vio interrumpida por la efervescencia de su épica “Dogs Days Are Over”, himno de redención y esperanza por el que todos esperábamos y que se expandió como un incendio de buen espíritu a lo largo de la pista y las gradas.

A la mitad de la canción, como si se tratara de una misa y ella de una suma sacerdotisa, Florence pidió al público que se abrazaran entre sí, primero con la persona de al lado, luego con la persona de atrás, como predicando un evangelio de amor y hermandad. Su siguiente mandamiento fue aún más osado, totalmente disruptivo para nuestros días: “Lo que les vamos a pedir ahora no les va a gustar nada México, pero tienen que confiar en nosotros, ¿ok? ¿Confían en nosotros? Vamos a pedirles que todos guarden sus teléfonos”.

La petición de Florence retumbó frente a la marea de celulares que se alzaba sobre las cabezas de sus dueños. “¡Vamos, háganlo! Tomen este momento para soltar y liberarse de lo que quieran, dejar ir algo. Este momento no lo van a grabar ni a compartir, es un momento para ustedes”, insistió Welch frente a la inicial renuencia del público a soltar sus celulares. “Como diría Su Majestad la Reina de Inglaterra... Put your fucking phone away!”, gritó. Sus más obedientes y leales súbditos accedieron y con ello, las últimas estrofas de “Dogs Days Are Over” lograron continuar.

Por supuesto, no podía dejar fuera temas como “Jenny Of Oldstones”, que compuso para la celebérrima serie Game Of Thrones, su más reciente sencillo “Moderation” —que posee toda el aura de “If you’re looking for trouble” de Elvis—, la tan querida y anhelada “You Got The Love” y la oscura “Big God”, donde expuso una inesperada sensualidad a través de las contorsiones de su cuerpo. Tampoco podía irse sin cantar “What Kind Of Man”, uno de sus cortes más rockeros y heroicos, que además interpretó subida en la barda de seguridad, abalanzada sobre los asistentes de la primera fila, a quienes intentaba calmar en su éxtasis con algunos gestos de respiración profunda, para luego pegar sus frentes con la suya, como en una especie de ceremonia espiritual.

Florence + The Machine 2019 Palacio de los deportes CDMX Florence Welch

La despedida tenía que llegar con “Shake It Out”, gemelo espiritual de “Dog Days Are Over” de su disco Ceremonials, que cerró el concierto en una nota esperanzadora y eufórica, con voces al unísono enunciando aquel lema que a todos nos deshace: “Siempre es más oscuro antes del amanecer”.

La gran ausente de la noche fue su oda espiritual “Spectrum”, que dejó un hueco irremplazable, con las ganas de escuchar aquel relámpago de su voz clamando “Say my name...” entre arpas y violines suspendidos. También faltó uno de sus grandes temas originales, “Rabbit Heart”, sencillo de su primer disco Lungs del 2009, que estableció su estilo musical neo-barroco. Sin embargo, Florence nos regaló una emotiva y sentida rendición de “Cosmic Love”, con una dedicatoria especial a México: “Esta canción es una de las primeras que escribimos y es para ustedes. Gracias por seguir con nosotros después de tantos años”.


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