Al amor intransitivo en México le solemos llamar amor no correspondido. Ese amor se refiere al sentimiento que mana desde uno solo de los protagonistas sin obtener ninguna respuesta. Ilustraré el tema con tres ejemplos y un remate: de la literatura universal al cancionero popular nuestro. La primera elegía de Rainer María Rilke será nuestro primer peldaño: “¿Has pensado bastante/en Gaspara Stampa,/para que así alguna muchacha/a quien dejó su amado, ante el ejemplo señero de esta amante/sienta: ¿y si yo llegase a ser como ella?”. Versos estremecedores que aluden a la enorme poeta italiana autora de entrañables sonetos. El segundo ejemplo es el hermoso libro de Elena Poniatowska Querido Diego, te abraza Quiela. Un recorrido emocionado por el amor de Angelina Beloff (Quiela) hacia Diego Rivera y la final incomprensión del pintor mexicano hacia su adoratriz desterrada. Hay, además, un pasaje dramático en la historia: cuando Diego no reconoce a quien fue su amante: dolorida decepción ante el desencuentro. El tercer escalón ilustrativo pertenece a una canción de José María Napoleón interpretada por José José. Se llama “Y para qué” y está escrita con base en versos octosílabos. Van algunas líneas elocuentes: “Cuando me necesitaste/siempre fiel me encontraste/como agua para beber./Mi mejor rosa cortaste/mi corazón desangraste/para marcharte después”. Los tres ejemplos son en verdad muy dolorosos. El amor intransitivo o no correspondido nos hace pensar, asimismo, en aquella famosa oda de Anacreonte: en una noche borrascosa Cupido pide asilo y el poeta le brinda una hospitalidad cálida y fervorosa: lo arropa y le da de comer. Como inmediata respuesta a los cuidados del poeta Cupido saca una flecha de su carcaj o aljaba, la coloca en su arco y, sin más ni más, la arroja contra el corazón de su bienhechor. Así es el amor: traiciona a quien más le quiere. Gajes y bemoles de un sentimiento no correspondido.
Columna escrita originalmente para Publimetro del 14 de Febrero del 2014