Cuando un concierto grande es anunciado, la gente se vuelve loca, las redes sociales se saturan y las líneas telefónicas para comprar un boleto siempre suenan ocupadas. Ahí comienza la verdadera aventura, al tratar de conseguir entradas para el evento. El problema queda resuelto cuando alguien te invita. Presumes tu asistencia en Twitter y, en cuanto llegas, haces check in en Foursquare. Hasta ahora todo va bien… De pronto, ¡oh sorpresa!, te das cuenta de que tus asientos están detrás del escenario. Pues sí, ni modo, hay que dar un pequeño gran tour alrededor del Estadio Azteca para conseguir un espacio donde ver el concierto; lo mejor que consigues es a un lado, aunque todavía atrás del escenario. Lo más que podrás ver es una pantalla, te conformas, puede ser una buena y diferente experiencia.

Al no poder ver ni un centímetro del escenario, no queda otra opción más que volcar la atención hacia la gente: es impresionante. El lugar estaba atiborrado, se vendieron todos los boletos, desde los de $300 hasta los de 12 mil. Y sí, el público aplicó la de los encendedores y, por qué no, si ya estaban en el Azteca, el “Olé Olé Olé Olé”. El espectáculo se mudó a las gradas.

Otra de las sorpresas de ver el concierto desde atrás fue en “My Valentine”, último sencillo de McCartney, al escuchar cómo el siempre molesto rebote de sonido se acoplaba perfectamente en tiempo y volumen con la canción, creando un ambiente increíble y del cual muy pocos gozamos. Algo bueno tenía que sacar de ese lugar.

El setlist y el show fue, prácticamente, una mezcla de lo que había mostrado en sus últimas dos visitas, con muy pocas modificaciones. Entonces, ¿por qué comprar un boleto y aventarnos la peregrinación de dos horas para llegar al estadio? En mi caso, recordé por qué aprendí a tocar el ukulele y el piano, cuando canté “Obladi Oblada” en mi graduación de preparatoria; entendí por qué me gusta esa niña y escuché la música que oía mi mamá mientras nací; podría ver ese mismo show todos los días y estoy seguro de que la mayoría de los asistentes también. Si sumáramos todas las anécdotas alrededor de estas canciones que se reunieron en el Azteca nunca acabaríamos. Eso sí, Sir Paul, si vuelves a venir, mínimo tráete a los otros tres en holograma, ¿no?

Setlist