Una misma persona hace el papel de dos guardias sensuales vestidas en un triquini dorado con una postura imponente, un gangster poderoso sentado en una silla con mirada intimidante y además, aparece en una pintura como una especie de general/jinete muy provocativa. No hay mejor elemento para describir el segundo álbum de estudio de Santigold que la portada del disco, diseñada por la aclamada artista neoyorkina Kehinde Wiley, pues esta obra de arte indica que para Santi White nada es imposible -incluso ser más de una persona a la vez- es algo normal dentro de su pequeño mundo trastornado color neón; al que Santigold declaró como el “maestro de lo que ella hace y cree”.
Master of My Make-Believe es un álbum en donde nada parece ser absurdo, Santigold nos adentra en un mundo en donde se vale mezclar todos los géneros musicales, atuendos atrevidos y visuales espeluznantes; sin quitar la expresión de bitch que le da ese aspecto inalcanzable al cantar. Después de cuatro años de haber lanzado su álbum debut, la diva del pop se alío con los tipos más hot del indie electónico bailable, Diplo, Switch y David Sitek de TV on the Radio y Nick Zinner de los Yeah Yeah Yeahs, para su segunda producción. El resultado es una colisión de pop persistente, polirritmos neón y música camaleónica que suena a un híbrido entre MIA y Florence Welch.
La única persona que podría igualarse a la locura de Santigold sería Karen O de los Yeah Yeah Yeahs; y así es como inicia el álbum, en un dueto de las dos cantantes más zafadas de la escena musical gringa. “Go!” inaugura al álbum y lo hace de una forma explosiva e insistente, un beat agresivo nos da la bienvenida a la fantasía de White, es casi como si fuera un canto bélico con el poder de alborotar a cualquier ejército. Esta canción podría llegar a sonar parecida a “Creator” de su disco debut homónimo, pero a cien revoluciones.
Es curioso que después de varias veces de escuchar “Freak Like Me” es posible notar la tonada de “Rich Girl”, un tema de la legendaria producción teatral, El violinista en el tejado. El experimento de ultra-modernizar esta canción fue popularizado en los noventa por Louchie Lou & Michie One y en el 2004 por las glamorosas Gwen Stefani e Eve. A pesar de ser un corte poco original, que llega a caer en cliché, demuestra la versatilidad de Santigold para tocar ska, dub y punk-rock al mismo tiempo.
Parece que la tendencia que impuso Bob Dylan en los sesenta y reforzó Pink Floyd en los setenta, de componer canciones enfocadas a la preocupación social y política, tambien influenció a Sanitgold. Pues los útlimos tres temas del álbum son un suspiro por un mundo mejor, donde se plantea que “mientras estamos dormidos, nuestra casa se está quemando”. Por si fuera poco, la influencia del DJ hiphopero Diplo le da un tono de protesta más serio apegado al rap.
Se nota que hay preguntas que Santigold anhela por contestar, esto lo podemos escuchar en la única balada del disco, “The Riot´s Gone”, en donde canta “I´ve been searching for an angle, for a cause I can´t defend”. Probablemente la razón por la cual Master of My Make-Believe es una gran mezcolanza de géneros y conceptos, es la etapa de confusión por la que está pasando la artista. Parece que Santigold pasó los últimos cuatro años en un proceso de introspección, pues sus canciones ya no son únicamente fight songs, como en el álbum debut, sino que tenemos la oportunidad de conocer su lado sensible; lo que logra reafirmar su poder y al mismo tiempo su armonía, pues su vulnerabilidad la hace aún más invencible. Master of My Make-Believe es un disco que fácilmente podría caer en la elegante arrogancía de un gangster, la valentía bélica del Napoleón personificado por Santi White y sensualidad ruda de las guardias; lo íncreible es que rompe las leyes de la física, pues todo sucede en un mismo espacio y al mismo tiempo.