#PasaporteAdidas: Quedar bien con Dios y con el Diablo

Si los días anteriores fueron helados, el quinto día de Copa América excedió todos los límites con temperaturas bajo los 0 grados. En un lugar llamado Til-Til el termómetro marcó los -8º, mientras que en Santiago Centro -donde nos hospedamos- se registraron -2. Pero nada importaba porque se jugaba el partido Chile-México e iba a tener que decidir un país: el de toda la vida (Chile) o el que me adoptó hace más de 3 años (México).

El rumbo hacia el Estadio Nacional de Chile estuvo pintado de verde-negro y musicalizado con el 'Cielito Lindo' y porras mexicanas; en el metro, en las calles y en el estadio. Desde temprano los aficionados tricolores comenzaron a llegar a un duelo que era "de vida o muerte" y que generaba mucha expectativa, aunque yo seguía sin saber si apoyar al Tri o a La Roja, creo que a ambas era la solución para no quedar mal con nadie.

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Entré con mi playera blanca del Tri y con la roja de Chile en la mano, ante miradas un tanto incrédulas. Me senté en una división imaginaria entre chilenos y mexicanos y disfruté la fiesta con ambos grupos cantando porras de apoyo para ambos lados. Se vivió una guerra de cantos en la galería sur, pero siempre con respeto y con buena convivencia entre todos. Realmente fue una fiesta que se disfrutó mucho.

Al final, el partido dejó contento a todos -aunque no tanto a los chilenos-, pero sobretodo a mi que quedé bien con Dios y con el Diablo. Nadie me odió por la victoria del otro y el empate le sirve a ambos -aunque más a México- ya que una victoria de los dos en su próximo partido, los clasifica como 1 y 2 del Grupo A sin problemas. 

Así que...¡Viva Chile, mierda! ¡Viva México, cabrones!

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Cristian Rivas

@cmrivass

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