Verdades y mitos sobre las típicas propuestas económicas en tiempos electorales (P2)
En tiempos electorales, es muy importante presentar un panorama claro sobre ciertos temas. Específicamente sobre los temas donde radicarán las propuestas económico-sociales más importantes.
Hace unas semanas en esta misma columna, debatimos sobre las propuestas relacionadas al petróleo y al proteccionismo. En ambos casos mi postura es que tanto la apuesta de largo plazo por el petróleo y por un sistema nacionalista, en el cual cerramos las fronteras, no son buenas opciones para la economía mexicana.
Ahora bien, esta semana quiero presentar mi postura en otros dos temas importantes: impuestos y programas sociales. Empecemos por el primero:
Impuestos
Disminuir los impuestos y quitar la tenencia será mucho mejor para el bolsillo de todos los mexicanos: FALSO.
Los impuestos son por definición, la manera en la que nosotros como ciudadanos generamos ingresos para el gobierno, y que entonces este pueda ser un aparato funcional. Además de esto, cada uno de los muchos tipos de impuestos que tenemos, cumplen diferentes funciones. Por ejemplo, el Impuesto Sobre la Renta (ISR), conlleva una lógica de redistribución del ingreso. Es decir, el gobierno le cobra una tasa mayor a los que más ganan dinero, con la idea de que con ese dinero se puedan financiar diversos proyectos de apoyo social. Digamos que así, y de manera legal, el gobierno juega el papel de Robin Hood. Por otro lado, la tenencia, es un impuesto estatal sobre la gente que posee un automóvil. En teoría también este es un impuesto progresivo, es decir, lo pagan todos aquellos que tienen un nivel de ingreso suficiente para poder comprar un automóvil. En la Ciudad de México, por ejemplo, la tenencia debería de servir como un incentivo para no tener un coche y así favorecer el uso del transporte público.
En México, nuestro nivel de recaudación está por debajo del promedio de los países en Latinoamérica, y somos a su vez el país con el porcentaje más bajo de recaudación de todos los países miembros de la OCDE. Entonces, para concluir esta idea, en México no estamos en una posición como para aceptar las propuestas relacionadas a la disminución de los impuestos. La solución debe estar en un mejor y más efectivo uso del ingreso tributario, disminuir la economía informal y aumentar la base tributaria, tener mayor trasparencia en los procesos de gastos del gobierno y regular de mejor manera a los grandes empresarios que eluden el pago de sus impuestos correspondientes.
Programas Sociales
Vamos a reforzar nuestros programas sociales, vamos a regalar becas a todos, vamos a darle más dinero a los viejitos. Por favor NO.
Como bien dice mi papá; “No puedes esperar resultados distintos haciendo lo mismo”. Lamentablemente llevamos más de tres décadas con un sistema económico fallido en relación a la erradicación de la pobreza y de la igualdad económica. Y eso, no es debatible. En México no hemos visto un avance sustancial en este respecto. Entonces, ¿qué estuvo mal? ¿Qué se puede hacer?
Muchos de los programas sociales, como los conocemos hoy en día, tienen un tremendo incentivo a que la gente se mantenga en estado de pobreza. Sí, suena raro, pero ¿por qué? Programas tales como PROSPERA, tienen lineamientos bajo los cuales te hacen acreedor a un beneficio extra (transferencia del estado monetaria o en sustancia), siempre y cuando tu ingreso familiar sea menor que “X”. Si ganas un peso por arriba de X ya no puedes recibir el apoyo económico. Lo malo, es que ganando un poco más de X pero sin ese apoyo, te hace estar mucho peor que cuando ganabas menos de X pero recibías dinero por parte del gobierno. Resultado: estoy mejor ganando menos que X. Estos programas ponen un techo al crecimiento.
Otros factores a considerar son: los avances tecnológicos y el desempleo, la pirámide poblacional invertida y el sistema educativo arcaico. ¿Qué quiero decir con esto? La situación social que vivimos hoy en día, nos tiene que forzar a repensar nuestros programas sociales. Los actuales, no sirven. Nuestra realidad ha cambiado y por lo tanto con más razón nuestra manera de afrontar los problemas tiene que ser distinta. La solución, yo no la conozco, pero definitivamente apostaría por la educación. No a regalar becas, pero a hacer una apuesta de largo plazo por una educación universal, moderna y de calidad.