Por: David Segundo (@muranio22)

Tucumán es una pequeña provincia enclavada en el noreste argentino donde surge la música de Diosque. El intérprete argentino se desenvuelve en un mundo de sintetizadores húmedos, ambientes electrónicos agrestes y versos con ademanes poéticos para crear un pop hechizo. Su música es un lluvia de diamantina que se va evaporando de la estratósfera. Diosque tiene una peculiar insginia :8. ¿Qué es? Una cara que anuncía el infinito o un bigote amorfo. La respuesta no es importante, sólo aumenta el estado incógnito de este particular personaje.

El pampero llega al Festival NRMAL para presentar su segunda placa Constante (Quemasucabeza, 2014), un tumulto de sensaciones que viajan a través de paisajes coloridos y una intrincada experimentación sonora. De este disco destacan la voz destelleante de “La cura ”, las envidiables percursiones en "Broncedado" y el vértigo tropical que surge en "Una naranja". Diosque es un manjar suculento para que los asistentes del NRMAL pierdan la cordura y se sometan al vaivén de las ondas melódicas. Un hechizo preciso e incandescente.