María Daniela Y Su Sonido Lasser: un Cupido vaporwave de trash pop y nostalgia millenial

María Daniela Y Su Sonido Lasser: un Cupido vaporwave de trash pop y nostalgia millenial

Foto: Zoe Segura, Ibero 90.9

Foto: Zoe Segura, Ibero 90.9

El año es 2005. Cómo olvidar aquella portada estridente de una chica con calcetas rayadas, minifalda, en patines y con pinta de emo, sobrepuesta en una estrella rosada y con la Torre Latino de fondo. La tipografía prácticamente ininteligible de la contraportada gritaba los nombres de las canciones, como rayones “escritos” sobre un vidrio. De entre ellas, “Miedo”, un corte electro-pop, excesivo y dolorosamente frívolo (debo confesarte / que cuando tú me besas / siento mariposas / da vueltas mi cabeza) que terminó por convertirse en una especie de poema dadaísta a la inmadurez romántica adolescente de una generación próxima a ser bautizada como millenial. Una canción lo suficientemente fresona para pasar como rola bailable en las fiestas de secundaria, pero con la dosis justa de acidez y alusiones al alcohol y las drogas como para imprimir un sentido falso de rebeldía y clandestinidad

Ese es el extraño encanto del dúo mexicano compuesto por María Daniela Azpiazu y Emilio Acevedo que, desde entonces, han dejado como su impronta esa sensación de pop hecho a medias, con reminiscencias de Hi-NRG y celebración del cliché. Mezcolanza que, para los incautos, sonará chabacano e indecente y no más, pero que para ciertos parias incomprendidos de dramas pubertos, representó una liberación musical al ritmo de su compact-disc comprado en Aurrera. Una apuesta extrema y necesaria entre un cosmos de pop en español cursilón a cargo de Kabah, OV7 o Belanova.

Quince años después y luego de presentaciones en venues de culto como el Imperial, el Caradura y hasta el Lunario o el Vive, María Daniela Y Su Sonido Lasser finalmente llegaron a uno de los escenarios consagrados de la capital mexicana, el Plaza Condesa, en consonancia con los excesos de San Valentín, la lluvia y el viernes de quincena. Así, con una taquilla agotada y bajo el reflejo de bolas disco, el dúo celebró su década y media de un imaginario de colores chirriantes, voces computarizadas y beats violentos.

Foto: Zoe Segura, Ibero 90.9

Foto: Zoe Segura, Ibero 90.9

Adoptando la imagen que la ha definido en los últimos años, María Daniela salió al escenario como una visión de cyberpunk, glamrock y plasticidad, con su melena roja trenzada, muy en el look femme-fatalón que luce en su video de “Soy el hit”, claramente evolucionada de aquella chica emo-skato de inicios de los dosmiles, a dominatrix de los synths.

En sus presentaciones pasadas, su escenografía se reducía a un par de luces de estrobos, una consola para Sonido Lasser y unas cuantas pantallas titilantes. Su compromiso estilístico y de producción con su primera presentación en el Plaza fue evidente: ahora la acompañaba una larga y angosta pantalla que corría por la totalidad del largo del escenario, donde se proyectaban elaboradas animaciones art-pop, tipografías danzantes, figuras tridimensionales y un poco de op-art. Más que una mera proyección de color y distracción, el panel visual parecía un escaparate a la mente inquieta y saturada de la intérprete mexicana; un mundo de unicornios, algodón de azúcar, memes y surrealismo queer (si es que eso hace sentido).

La primera mitad del setlist estuvo definido por canciones que solo sus fans más beatos podrían corear: “Mi primera vez”, “Carita de ángel”, “100 x hora”, “Contigo me mecía” y demás. Por supuesto, no faltó su cover sobre-producido y “ochentoso” de “Mentiras” de Daniela Romo, imprescindible en una noche, no sólo de parejas enamoradas, sino de corazones rotos.

Entre canción y canción, hubo poco trabajo de transiciones elaboradas o reinterpretaciones novedosas. Era como escuchar un disco de éxitos, track by track. Las pocas intervenciones locuaces de María Daniela eran agradecimientos al público... y a sus seres queridos en el público, entre copeos y chistoretes con su pareja en escena.

Foto: Zoe Segura, Ibero 90.9

Foto: Zoe Segura, Ibero 90.9

Ahorita regreso, me voy a cambiar, no me tardo… los dejamos con música de Sonido Lasser. Quédense que viene lo mejor eh, prepárense para bailar”, se despidió la performer para dar fin al primer segmento de su acto, huyendo tras bambalinas en una especie de obtuso intermedio que dejó el escenario vacío por casi diez minutos. Como Sonido Lasser también abandonó el set, dejando una pista de fondo correr por sí sola, la espera fue extraña, con la pantalla en negros, los reflectores alineados y ni siquiera un interludio de baile o video para amenizar.

Después de un rato, la pelirroja teñida regresó y arrancó con su hit blasfemo “Pecadora normal” de su álbum Juventud en Éxtasis. La estética general del número parecía sacada directamente del catálogo de “Judas” o “Alejandro” de Lady Gaga o los clichés sacrílegos de Madonna, con cruces en blanco sobre negro. Después, llegaría uno de sus tempranos éxitos, “Chicle de menta”, a dueto con su amiga Marcela Viejo, inaugurando así una secuencia de colaboraciones en escena con diversos invitados, sin mucho preámbulo ni consecuencia. Esto incluyó la salida al escenario de la sensación de YouTube, Sailorfag (quien también abrió el concierto) junto a quien interpretó la tremendamente centennial, pegajosa y extravagante “Hey Bitch Lit (Wey Súper Sí)”. Ambos, dinamita en el escenario, aún frente al ojo de escépticos o detractores del auto-definido en su página de Facebook como “Un pendejo con acceso a internet”.

Finalmente, después de más de veinte temas y un espectáculo que ya llegaba a sus dos horas, arribaron los tracks más reconocibles y recios de su repertorio: “Miedo”, “Bailando” (cover de Paradisio), “Pobre estúpida” y el tema con el que todos esperaban arrojar la peluca, romperse los tacones y aventar las lentejuelas, “Soy el Hit”. La canción más popular de su disco Vol. Súbele, que la cimentó en 2018 como un acto definitivo del dance-pop nacional, estuvo acompañada por drag queens que parecían improvisar una coreografía desordenada y pomposa, digna de un antro gay. La parte “coreada” de la canción —donde parece entrar el sonido ambiental de una multitud cantando desde la pista, filtrándose en la versión de estudio—, por supuesto fue el momento irresistible para reproducir en vivo lo que tantas veces ha retumbado en los audífonos. Así, todos gritaron al micrófono como una onda expansiva: “¡Soy el hit, soy el beat / de tu corazón / siente el flow, siente el pop / de otra dimensión!

Y así fue. Por poco más de dos horas, el dúo electrónico mexicano condujo a sus secuaces por una dimensión superior de pop kitsch, un pastiche de sonidos genéricos y nostalgia. En sus palabras, María Daniela Y Su Sonido Lasser hizo de El Plaza su harem personal: “En esta noche oscura, crece el poder de un sueño / bailando en la pista / creamos un imperio”.

Eso sí, quedó a deber “El Bar”. En un ritual de excesos y zafiedad, ¿cómo no cantar el tema principal de un reality show dosmilero fallido de Televisa? Fail.


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