Por Alan Lazalde
Alan Turing, matemático británico, pionero de la computación, la criptografía y la inteligencia artificial, un genio, un homosexual perseguido por sus contemporáneos en la conservadora Inglaterra de mediados del S. XX, un hombre que a los 41 años apagó su vida con cianuro e hizo historia.
Sin los trabajos fundacionales de Turing —vigentes al día de hoy— la historia de la computación, incluso la historia de Internet serían una cosa distinta. Debemos a Turing la capacidad de abstraer los conceptos que han echado a volar la imaginación de generaciones de estudiantes, conceptos que sirven para entender qué es una computadora en términos filosóficos más allá de marcas, modelos, tendencias o sistemas operativos. Hablo de “La máquina de Turing”, ese experimento mental que sirve para explorar los límites sobre lo que una computadora puede resolver: los límites de lo computable.
El computólogo británico también fue criptógrafo, ayudó a su país a descifrar los códigos creados por la máquina Enigma de los alemanes, fundando el criptoanálisis moderno. Para ello contribuyó en el diseño de una contra-máquina que descifraba de forma automática las comunicaciones de los alemanes. En términos prácticos, Turing fue un gran hacker.
El criptógrafo británico también fue pionero de la Inteligencia Artificial. Su experimento mental que conocemos como “Prueba de Turing” aún sirve de referencia para comprender el problema de distinguir máquinas de personas. Turing quería explorar los límites de la inteligencia de las máquinas (incluida la máquina biológica que somos nosotros).
La Prueba de Turing establece un hito todavía inalcanzable, sin embargo Watson, la máquina creada por IBM, ganó con relativa facilidad a campeones de Jeopardy! en vivo y en televisión nacional, una máquina capaz de escuchar, almacenar conocimiento, razonar, aprender y responder de forma automática —Por cierto, parte de la base de datos de conocimientos de Watson es Wikipedia entera—.
Una expresión de la Prueba de Turing son los CAPTCHA, esos extraños caracteres que debemos reconocer y escribir antes de avanzar en ciertos sitios web. La prueba CAPTCHA ayuda a distinguir humanos de máquinas, es una prueba de inteligencia donde los humanos ganamos, asume que será tremendamente difícil crear un software que reconozca de forma automática esos caracteres y se usa para evitar abusos en la web.
Los CAPTCHA fueron creados por el guatemalteco Luis von Ahn. Fueron un éxito rotundo pero Luis no se quedó atrás: comprendió que los segundos que utilizamos para resolver el CAPTCHA merecen un propósito mayor, así que decidió colocar fragmentos de texto extraídos de libros antiguos en vez de caracteres sin sentido, entonces hizo que millones personas que de manera rutinaria resolvemos CAPTCHAs también ayudemos a reconocer letras y palabras imposibles para una inteligencia artificial: Luis nos hizo parte de una máquina inmensa que digitaliza libros. Así nació la computación híbrida.
“Computación híbrida” es el nombre con el que Luis von Ahn está revolucionando Internet y la computación, una mezcla de técnicas de inteligencia artificial con el poder de procesamiento de nuestro cerebro. Duolingo sigue el mismo principio: hace que millones de personas aprendamos idiomas al tiempo que traducimos pequeños fragmentos de texto.
Todos somos máquinas. Google lo sabe. Facebook también. Lo que está por venir es impensable, quizá una Singularidad, el Skynet de Terminator, cosas que ni Turing ni von Ahn han imaginado: máquinas que crean máquinas sin parar: humanos contra máquinas.
Alan Lazalde
Profesor de Sistemas Inteligentes en Ibero Santa Fe. Vocal de Wikimedia México. Colaborador para diferentes proyectos de cultura libre en México y España. Fanático del cine y el Anime. En Twitter: @alanlzd