Fotos: Héctor Torin En el pasado terremoto del 19 de septiembre, la Ciudad de México, padeció efectos devastadores, alrededor de 40 edificios se cayeron, pero en Morelos, el estado cercano al epicentro, la destrucción fue mayor.En los pueblos de Yecapixtla, Ocuituco, Tetela del Volcán y Jumiltepec casas enteras se cayeron. Estas casas, al pertenecer a gente de bajos recursos, no son las más grandes, y tampoco fueron construidas de la mejor manera. Son casas del tamaño de un salón de clases donde viven entre 4-6 en cada una. Ahora duermen en casas de campaña y esperan víveres, ya que el dinero que tienen va a tener que ser invertido en la reconstrucción de su hogar. Algo curioso es que las mismas personas que reciben la ayuda se dan cuenta que los partidos políticos se roban los víveres para etiquetarlos y entregarlos de su parte. La queja de la gente es que estos no llegan a las comunidades que más se necesitan.
Muchas personas de la Ciudad de Cuernavaca y de otros centros urbanos llegan a estos pueblos a brindar su ayuda, especialmente los de protección civil. Estos últimos son los encargados de revisar las viviendas dañadas y asesorarlos sobre lo que tienen que hacer. Muchos recibieron la noticia de que tendrán que abandonar su casa, la cual tendrá que ser demolida. Ya habían echado abajo algunas de estas casas y otras habían sido reconstruidas, mientras muchas otras familias esperaban todavía a los brigadistas que les dijeran si era seguro entrar a su casa.
En un caso, un propietario recibió ayuda para demoler lo que quedaba de su casa. Cuando preguntó sobre la reconstrucción, los de protección civil le dijeron que esa etapa ya era su problema. Lo cual nos lleva a la verdadera pregunta: cuando la gente se aburra de ayudar, ¿quién estará ahí para quienes más lo necesiten? Estas personas ahora han perdido todo, pero el recuperarlo va a tomar meses, y de mucho trabajo y de muchos recursos. Recursos que no serán entregados después de que pase la moda, trabajo que no tendrá a las suficientes personas, y tiempo que se irá alargando mientras la ayuda vaya desapareciendo.
El pueblo mexicano debe permanecer unido para levantarse, y las ganas de ayudar a los damnificados no pueden parar. Estas personas de estos pueblos de Morelos y muchos otros no van a recuperarse de este desastre por sí solos. Lo más impactante de estos lugares, es el agradecimiento del pueblo a quienes vienen a ayudar. Los reciben con brazos abiertos, con comida preparada, y con la gratitud más grande del mundo. Gratitud que ellos expresan de la única manera que pueden: ayudar también. Tenemos la capacidad de hacer una diferencia en esta crisis, por ende, tenemos la responsabilidad de hacer esa diferencia. No podemos abandonar a México, porque México ha demostrado que no nos abandonará.