Les llamaron los siguientes Sex Pistols, están de vuelta
Cuando los escuchas por primera vez piensas: un error en la matriz, un glitch, esto es Joy Division. Una guitarra eléctrica con sonido templado que marca el tempo junto a la batería; ésta segunda, a su vez discreta, dictando el compás de 4/4; un bajo opacado casi siempre por su hermana de seis cuerdas, pero que sobresale en los silencios. Pero entonces suenan las voces de Jim y William Reid. Una y otra vez, en distintos números, parecen llegar desde el otro lado de acolchonadas barreras interdimensionales. Sin embargo, en el minuto 7:21 de esta entrevista, podemos ver que las comparaciones no les sientan bien, ni con Joy Division ni con los Sex Pistols.
Mucha de su música suena limitada y contenida, establecida dentro de los confines del volumen discreto y estructuras de acordes simples. “Just Like Honey” es un gran ejemplo. Probablemente se debe a que en un inicio, en el lejano 1985, la batería constaba de dos tambores y el bajista tenía sólo dos cuerdas en su instrumento. “Son las dos que uso, para qué gastar dinero en otras dos” dijo en una entrevista a Sky News. Por otro lado, está el extremo opuesto, sonido lleno de feedback y ruido, digno de las bandas más ortodoxamente “de garage”; no existe ni siquiera un punto medio. Para entender el contraste, escuchar “Upside Down”.
Inspirados por The Velvet Underground, Siouxsie And The Banshees y Ramones, los hermanos Reid empezaron a enviar demos a distintas disqueras grabados en equipo que compraron con las 300 libras esterlinas que recibió su padre como pago por liquidación de su trabajo en una fábrica. Ninguno quería cantar, entonces lanzaron una moneda y perdió Jim. En una entrevista del 2014 con The Guardian, éste aseguró que el éxito que le daba con las chicas ser el vocalista hizo que su hermano reconsiderara y diera voz a algunas de las canciones.
Son la esencia del post-punk, mejor llamado afterpunk. Jóvenes que vivieron las mismas narrativas que los integrantes de Sex Pistols o The Clash: parte de familias semi-disfuncionales de la clase obrera, cuyos padres tenían trabajos duros que pagaban mal, problemas de abuso de alcohol y constantes huelgas. No obstante, como vinieron después de el lustro original, hasta principios de los 80, tienen influencia de todos los sonidos que tuvieron su génesis en el punk.
Nacidos en East Kilbride, en Escocia, los Reid estaban alejados de cualquier escena. Consideran ellos mismos un pequeño milagro que las cosas resultaron como resultaron y fueron una banda exitosa. Cuando arrancaron, en 1983, Jim tenía 21 y William 24; el segundo definió desde el comienzo que si para su cumpleaños 27 no tenía éxito, iría a vivir en un kibutz en Israel. Pero pareciera que el mundo tenía expectativas mucho más altas: por un momento congelado en el tiempo por su mejor disco, Psychocandy, The Jesus and Mary Chain fue “el siguiente Sex Pistols”, ellos admitían querer ser más famosos que los Rolling Stones y su primer manager, Alan McGee (quien luego fuera manager de Oasis), aún los considera la mejor banda de la historia.