Con ustedes la Reina del Soul… ¡Aretha Franklin!
¿Cómo contar la historia de una cantante que parece tan ajena a ti, joven lector?, ¿cómo seducirte para leer sobre una Señora que hace poco falleció a sus setenta y tantos, y que parece tan lejana a tu playlist regular en Spotify?, esa en la que llevas a Adele, Katy Perry, Lady GaGa, Amy Winehouse, etcétera.
“R-E-S-P-E-C-T”, ¡Respeto!, con esta invocación hablaremos de la más privilegiada voz del rhythm & blues y el soul que el siglo XX haya dejado como legado, nos referimos por supuesto a Aretha Franklin.
Como en todas las bio pics nos enfocaremos en el periodo más intenso de su vida. Final de los años sesenta, con su revolución cultural y de pensamiento, con su variada oferta de géneros musicales en lo underground y el mainstream.
Años en que Motown Records era la disquera con el mayor número de hits y artistas major en los Estados Unidos, años en que la ola inglesa desplazó a los baladistas, y la psicodelia y el bubble gum, desplazaron al sonido beat.
Para 1967 Aretha tenía ya una reputación bien ganada en el terreno del gospel -género negro, netamente religioso, popularizado por Ray Charles-, en el jazz, como joven crooner del American Songbook, y en el soul más estrictamente purista. No se podía pedir menos a la que fue hija de un predicador y corista de iglesia protestante -la misma historia de las grandes cantantes de su tipo-.
Autodidacta del piano, madre soltera desde muy joven, Aretha fue educada con férreas y jerárquicas normas. No es de extrañarse que haya terminado en un matrimonio disfuncional con quien fuera su manager.
Emmet Ertegun, dueño y fundador de Atlantic Records le puso el ojo para contratarla luego de la rescisión de su contrato con CBS -el mismo hombre que poco tiempo después hizo lo mismo con Led Zeppelin ¡Amén!-. Ya en las filas de Atlantic, Ertegun pretendía a Aretha como uno de sus principales números que compitieron en el R&B con las estrellas de Motown y Stax.
Asociada ya con Atlantic, el siguiente paso era reunirla con el equipo más completo posible: trabajó con Jerry Wexler, veterano del soul, hacedor de hits de Wilson Pickett, Otis Redding y Sam & Dave -con Isaac Hayes el chef de la serie South Park-, y con Carol King en la composición. En ese momento surgió la sociedad musical más impresionante en el soul americano.
Cuatro discos en dos años, entre 1967 y 1968, son suficientes para elevar a Aretha Franklin como la voz más importante de la música negra americana en la segunda parte del siglo XX. De esas cuatro obras Lady Soul de 1968, es el más portentoso.
Grabado en dos partes, una en Alabama y la otra en Nueva York, Lady Soul es el álbum perfecto de su género: éxito comercial, 800 mil copias solo en Estados Unidos; himnos del baile que influyeron al northern soul inglés -aquí como nota, querido lector-, con desprecio los negros llaman al soul blanco como “plastic soul”, de ahí la parodia en el título del Rubber Soul de los Beatles.
“You Make Me Feel (Like a Natural Woman)” escrita por Carol King es un himno de la feminidad, “Chain of Fools” es una básica en las pistas de baile de los DJs sixities como Hipshakers! en México; “Groovin’” es un cover de Lovin Spoonful con Eric Clapton en la guitarra y en Lady Soul, nombres como Bobby Womack, Joe South y Jimmy Johnson también colaboran en la guitarra.
Probablemente Diana Ross y Las Supremes vendieron más discos que Aretha, tuvieron más hits; probablemente Motown y todas sus estrellas sean la referencia inmediata de la música negra, del verdadero soul; probablemente Adele y Amy Winehouse sean más famosas hoy -sobre todo por el mercado mexicano que no aceptó bien los discos de Aretha Franklin-, sin embargo, no hay voz más poderosa, más tierna, más llena de amor y odio, como la voz de La Dama del Soul.