La violencia de género en las universidades
No ha pasado ni una semana de la gran manifestación conmemorativa del 8 de marzo cuando la oleada de violencia se acrecienta con más beligerancia machista contra las mujeres, peor aún, contra las jóvenes estudiantes de universidades públicas y privadas.
Martes 13 de marzo
El estudiantado de la Escuela Nacional Preparatoria 5, “José Vasconselos” de la Universidad Nacional Autónoma de México, realizó un paro de actividades ante la negativa de su directora María Dolores Valle de informar a la comunidad sobre las denuncias por acoso sexual en contra del profesor Ricardo Colín Hernández, quien supuestamente estaba sujeto a investigación desde 2015, luego de que varias estudiantes lo denunciaron. La respuesta de las autoridades universitarias fue mediante un escueto comunicado: la relación laboral con el maestro fue concluida.
Miércoles 14 de marzo
Estudiantes, en su mayoría mujeres de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, iniciaron lo que llamaron “un paro feminista” en demanda de una universidad libre de violentadores. Las activistas manifestaron que desde el 16 de enero de este año, un profesor de asignatura y estudiante de posgrado en Geografía en dicho plantel "lleva años acosando y violentando, pero los directivos no quieren actuar en contra de él"… El agresor metió una queja ante el tribunal universitario en contra de la joven —que lo denunció recientemente— y la acusó de difamación.
Viernes 16 de marzo
Un contingente formado por alrededor de 200 estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, se unió al paro y marcharon a rectoría en reclamo a la omisa atención, y la nula aplicación del Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género frente a la ola de violencia que se vive en la máxima casa de estudios.
Pero esta marejada de brutalidad no solo ha caído en la UNAM. Se ha abatido cual tsunami en universidades privadas, en contra de sus jóvenes estudiantes. El martes 13 de marzo, Irlanda, de la Universidad Iberoamericana, campus Puebla, fue bestialmente atacada por un sujeto. La estudiante de licenciatura en la carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública, salió del gimnasio alrededor de las 8 de la noche. Rumbo a su casa, ubicada en el fraccionamiento San José Vista Hermosa, la joven fue repentinamente atacada por un tipo que la golpeó y arrastró hacia un terreno baldío, donde no se cansó de golpearla en todo el cuerpo y particularmente en la cara con un ladrillo. Irlanda se defendió como pudo y hasta donde el instinto de supervivencia le alcanzó.
"Me empezó a golpear, me dijo que me quería matar, que me quería violar”
Irlanda, estudiante de la Ibero campus Puebla en entrevista.
La reacción y la solidaridad no se hicieron esperar. Alumnado, plantillas docente y administrativa encabezadas por su rector Fernando Fernández Font, tomaron el bulevar del Niño Poblano para exigir la declaración de la Alerta de Género en la entidad y un alto a la violencia machista en el estado de Puebla. El propio rector declaró: "No es posible considerar que una mujer no pueda salir a la calle sin que sea vista de manera lasciva, sin que sea agredida y que llegue a estos extremos. Se ha desbordado la violencia, se ha desbordado el cuidado de las personas. El Estado, como la sociedad civil, tiene que responder. ¿Dónde está el Estado de derecho?".
¿Por qué las autoridades minimizan el problema lacerante de las diferentes caras de la violencia de género? ¿Por qué solo quedan en meros reportes viales las manifestaciones de mujeres y hombres que exigimos justicia contra la violencia de género? ¿Por qué no se abren espacios, foros de discusión e información sobre el Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género, al menos en las universidades públicas y privadas? ¿Por qué tanto temor de gobernantes y autoridades en general para aplicar la Alerta de Género?
El pasado 25 de noviembre de 2014, en el marco del Día Internacional contra la violencia hacia las mujeres, se conformó el primer Comité Contra la Violencia de Género y Defensoría de los Derechos Universitarios del entonces Programa Universitario de Estudios de Género de la UNAM, donde académicas, investigadoras, estudiantes y trabajadoras administrativas, así como sindicalistas, concebimos el documento Violencia por razones de género en la UNAM; investigación y acciones, el cual retomó diagnósticos, denuncias y propuestas para prevenir y eliminar todo tipo de violencia en la máxima casa de estudios. El informe evidenció los diferentes tipos de violencia de género que se ejercen en las universidades: violencia psicológica, física, patrimonial, económica, sexual, familiar, laboral, docente, en la comunidad, institucional, simbólica y feminicida. Dicho informe tuvo la buena intención de enriquecer y aportar elementos vitales para el protocolo que estaba en ciernes.
El 18 de agosto del 2015, la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México se adhirió a la campaña HeForShe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU- Mujeres), por la igualdad de género y cuyos objetivos torales son: generar conciencia sobre las desigualdades entre hombres y mujeres, consolidar una cultura institucional y estudiantil en donde permeen la justicia, la equidad, la tolerancia, la inclusión y la igualdad de género, así como la promoción y participación para prevenir y atender la violencia de género o cualquier forma de discriminación, en palabras del rector David Fernández Dávalos. Además de contar con el Programa de Asuntos de Género, la Ibero implementó su Procuraduría de Derechos Universitarios.
Un año después y a finales del mes de agosto, la UNAM se sumó a la campaña HeforShe. Paralela a esta campaña se han venido desarrollando reuniones entre investigadoras, académicas, estudiantes y trabajadoras para dar a conocer las experiencias, estrategias y acciones impulsadas en torno a la violencia por motivos de género en el ámbito universitario, por lo que este año se llevará a cabo el Tercer Encuentro de Discusión y Análisis de Estrategias de Intervención a la Violencia por Motivos de Género en las Instituciones de Educación Superior, tanto públicas como privadas.
Dichos encuentros han ayudado a dilucidar algunos vacíos legales del Protocolo para Atención de Casos de Violencia de Género (PACVdG) entre ellos: la especificación de tiempo de atención a las víctimas, en el sentido de que no se explican los tiempos de atención que podrían tardar desde 24 horas hasta un mes. En algunos casos, se deja a criterio de quien atiende, a veces sin estar capacitada. Tampoco quedan claros los pasos que debe seguir la víctima para levantar una denuncia.
Otro asunto, es sobre la mediación que el protocolo propone entre la víctima y el agresor. El Manual de Legislación sobre la Violencia contra la Mujer de la ONU (2010) señala: "Cuando la mediación se utiliza en casos de violencia contra la mujer (…) presupone que ambas partes tienen el mismo poder de negociación, refleja la presunción de que ambas partes son igualmente culpables de la violencia y reduce la responsabilidad de quien ha cometido el delito".
A este respecto, algunos casos documentados han demostrado que la víctima no está en igualdad de condiciones, ni psíquicas ni sociales frente a su agresor, en donde la mujer por lo general ocupa un lugar de subordinación. En estos casos se re-victimiza a la sujeta de la agresión además de desacreditar su dicho. Lo que da lugar a incrementar el peligro para la perjudicada, así como la obstaculización de acceso y aplicación de justicia, poniendo a la víctima a merced de la impunidad, permisividad y tolerancia hacia la violencia contra las mujeres.
De entre otros vacíos –al menos en el PACVdG de la UNAM, considerada la principal universidad del país y de la cual se han retomado algunos otros protocolos, códigos de ética u observatorios contra la violencia de género– es la confidencialidad. La víctima de un delito sexual tiene el derecho de obtener información sobre su caso, teniendo como impedimento utilizar el nombre, la voz o la imagen del agresor con fines peyorativos, publicitarios, comerciales o similares. Esta disposición ha impedido que las personas agraviadas generen sus redes de apoyo y contención, lo que conlleva a que la víctima sea condenada al aislamiento y a la vulnerabilidad.
He de ahí los llamados escraches que denuncian públicamente a los violentadores con todo tipo de parafernalia, implementada por jóvenes encapuchadas e instrumentos musicales para llamar la atención de la gente en escuelas o lugar de trabajo del agresor para posteriormente subirlas a las redes sociales para que la agraviada, por medio de familiares, parientes y terceros pueda ejercer su derecho a la libertad de expresión y derecho a la información.
Otro desierto legal —claro, de entre 30 más, pues solo estoy retomando los más paradigmáticos—, es sobre la transparencia. El protocolo indica: "Transparencia: el procedimiento de queja y sus resultados deber ser claramente explicados a las personas involucradas. Durante todo el procedimiento de queja se les mantendrá informadas sobre los razonamientos detrás de las decisiones."
Una de las demandas centrales en el pasado paro y marcha de la UNAM fue la exigencia de un centenar de estudiantes a las autoridades a hacer públicas las resoluciones de los casos de acoso, hostigamiento y violencia sexuales; que se den a conocer las sanciones a las que son sujetos los agresores, sean maestros, alumnos o trabajadores. De igual modo permitir el acceso de la víctima a su propio expediente como parte del debido proceso, para salvaguardar los derechos de las personas involucradas y brindarles certeza jurídica sobre el curso de su investigación y sus resultados.
Quedan pues en el tintero otras figuras legales que no son explícitas o que son confusas en el Protocolo para Atención de Casos de Violencia de Género, tales como la grabación de entrevistas, sobre los riesgos que implican las y los orientadores de género, sobre las denuncias falsas y por último la armonización legislativa. No obstante, esta somera revisión está dando resultados pues, como dijo el rector de la Ibero campus Puebla; la comunidad universitaria cada vez está tomando más conciencia y madurez ante los actos de corrupción, injusticia, marcadas diferencias sociales, la destrucción de los valores de la sociedad donde predomina el sexo, la violencia y la muerte.
"La sociedad está cansada y los mismos jóvenes están reclamando que no hay las condiciones de seguridad para salir, debido al vínculo de impunidad, corrupción y violencia que se vive por intereses económicos (…) Al interior de la universidad estamos concientizando a las jóvenes, que los hombres no sean machistas y (no) vean a las mujeres como objeto sexual; hemos estado haciendo mucha labor desde el Instituto de Derechos Humanos".
Fernando Fernández Font, La Jornada Oriente
Finalmente me quedo con las palabras de Irlanda: Hoy fui yo pero mañana no quiero que sea nadie (…) Jamás pensé que me pudiera pasar eso, pero pues pasó. Como sociedad y como mujeres debemos estar alerta, no soy la única que ha pasado por esto.