La Reconstrucción de la educación en Jojutla
El viento no arrastra el sofocante calor; 32ºC indica el termómetro de los dispositivos móviles, pero la sensación térmica es más alta. El lago de Tequesquitengo se ve claro y refleja el café anaranjado de los alrededores. El sol se alza ya sin nubes cuando son apenas las 11 de la mañana en un día caluroso de invierno.
Marlene Rodríguez espera con los demás padres del comité en la escalera de piedra del patio. Alrededor de ella todavía se alza el polvo que empuja el viento desde los escombros de algunos salones. Las pilas de rocas a lado de las retroexcavadoras que están inactivas por ahora.
Los niños juegan sin importarles las condiciones o advertencias de sus padres. Para ellos este sigue siendo su patio, en el que han jugado, en el que se divierten diario, no ven lo que los adultos ven.
En la escuela Emiliano Zapata se puede observar desde la entrada oriente a la zona de Tequesquitengo, hacia abajo los pequeños edificios demolidos, del lado derecho la cancha con las carpas; más abajo en la barranca, sobre el lago, grandes casas de color blanco con yates, botes y motos acuáticas estacionadas.
Esta fue una de las varias escuelas afectadas por el sismo del 19 de septiembre de 2017. Sin embargo, la reconstrucción y el apoyo no llegaron fácil.
“¡El gobierno ni se ha parado, no ha venido nadie!”, exclama Benjamín, uno de los padres del comité conformado en esta escuela primaria que se encuentra entre las calles de Auyagas y Kelua. “Nada más trajeron unas lechitas verdes y naranjas”, añadió Marisol Luna, otra de las madres presentes.
Fue la presión que ellos ejercieron en el pasado mes de febrero, lo que llevó a que los trabajos de demolición en las instalaciones hayan comenzado.
Tuvieron que llegar hasta Instituto Estatal De Infraestructura Educativa (INEIEM) en la capital del estado, para que el gobierno escuchara sus demandas.
“Hasta el momento en que nosotros fuimos a Cuernavaca, de primer momento nos dijeron”: ‘no hay máquina, no hay máquinas para demoler’, comentó Marlene, jefa del comité de padres.
“No hay empresa que se haga responsable de su escuela”, añadió Marisol
Ese día era martes 13 de febrero de 2018, los padres de la escuela Emiliano Zapata en Tequesquitengo bloquean la entrada del INEIEM, e impiden el paso a los trabajadores; las tensiones subían.
“Que si nosotros no nos retirábamos iban a tomar represalia contra la directora. También era cierto que había reporteros”, cuenta Marlene. “Entonces nosotros deslindamos de toda responsabilidad a la directora y a los maestros, aquí somos papás”.
Entre amenazas de llamar a la policía, funcionarios de la dependencia buscan calmar a los padres. Oficiales de seguridad llegan al lugar para ver lo que sucedía. Un guardia se acerca a Marisol, y le pregunta qué estaba sucediendo, “yo le dije que venimos en son de paz, lo único que queremos es que alguien nos atienda, que alguien nos dé la cara y que alguien nos dé una respuesta; no estamos obstruyendo la vialidad, no estamos dejando pasar a gente del Instituto, claro, porque solamente así llamamos la atención”.
Pasa el tiempo y algunos funcionarios del Instituto salen a dar respuesta a los padres sobre las máquinas y la empresa que se hará cargo de la demolición de las instalaciones dañadas: “Llegamos y no había (empresa), y a los 15, 20 minutos ya estaba la empresa que se iba a hacer responsable. Ellos dicen que ya estaban, que ya estaban asignadas (las máquinas) y que ya venían, ¿por qué no nos avisan?”, recuerda Marlene.
El 19 de Septiembre la vida se detuvo en muchas zonas del país; la Ciudad de México se vio sumergida en un caos, que hasta el día de hoy no se ha terminado de resolver. Sin embargo, a pesar del extenso daño, nuestra capital no fue la única, ni la más afectada.
144 kilómetros al sur, en el estado de Morelos se encuentra el municipio de Jojutla, solamente en la cabecera municipal, habitan aproximadamente 30 mil personas, 30 fallecieron ese día. Una proporción de una 1 muerte por cada mil habitantes. Algo que se contaría cómo devastador en una gran metrópoli como lo es la CDMX.
Y a pesar de que el pasado febrero, el gobernador de ese estado, Graco Ramírez y David Penchyna, el director general de Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los trabajadores (Infonavit), se hayan tomado la foto en el evento que anunciaron una inversión de 200 millones de pesos; la situación de la cabecera municipal no ha mejorado sustancialmente desde el sismo.
Graco Ramírez anunció en esa ocasión que ya se invertían 110 millones en un proyecto integral para la reconstrucción del municipio, en el que se mejorarían las redes de agua potable y de sistema sanitario pluvial. Y, efectivamente, desde entonces se han estado trabajando en proyectos de reconstrucción del drenaje público.
Sin embargo, debido a que las calles de Jojutla llevan desde febrero en reconstrucción por las obras de drenaje, “se ha perdido el arribo de la gente que venía entre semana a Jojutla, la gente que viene a trabajar y a vender, eso se ha perdido porque todavía no hay actividad comercial”, de acuerdo a lo que comenta el presidente del Consejo Turístico de la Región Sur, Ernesto Monter Monter.
Añadió también que durante el periodo de semana santa el promedio de ocupación hotelera llegó a 80 por ciento y en la siguiente semana bajó a 40 por ciento, “de manera que el sector no se puede recuperar”.
Jojutla, como muchas otras partes del país sigue paralizada a consecuencia de un desastre terrible: la corrupción.
El calor aumenta con los minutos. Al lugar van llegando los trabajadores que operan la maquinaria para demoler las instalaciones dañadas. Son 3 secciones en la escuela, cada una consta de 2 salones con baños. Además de 3 salas multiusos.
A pesar de sus condiciones actuales, la escuela Emiliano Zapata, es la que más alumnos tiene de todo el municipio. El plantel volvió a operar apenas a un mes del sismo en carpas donadas por la agencia de las Naciones Unidas para la infancia, UNICEF.
“La directora se movió de inmediato y recibimos el apoyo por parte de UNICEF, la fundación nos ha apoyado de una manera increíble, porque primero, más que el gobierno, nos han apoyado ellos… Gracias a ellos pudimos acondicionar el campo deportivo, nos dieron las casitas y baños secos”, relata Marlene mientras sacude su mano hacia su cara por el calor.
El campo deportivo que se encuentra frente a la escuela, enrejado y terregoso es donde los niños de los seis grados de primaria toman clase en carpas oscuras y sin ventilación.
Sin embargo, la matrícula de alumnos no bajó, al contrario, sube con cada mes, ya que la Emiliano Zapata es la escuela mejor acondicionada del municipio. Estudiantes de la comunidad de San José y del colegio Juan Jacobo Rousseau en la cabecera de Jojutla, han ido incorporándose a las aulas improvisadas en el campo deportivo.
Durante meses, los alumnos de la escuela Juan Jacobo Rousseau estuvieron tomando clases en el estacionamiento de una Comercial Mexicana, no tenían baños. Niños de 6 a 11 años tomaron clases de esa manera hasta diciembre de 2017. Ahora toman clases en el auditorio de Panchimalco en la cabecera municipal de Jojutla.
Otras organizaciones como Fundación Cántaro Azul apoyaron con recursos para el campamento donde ahora está la escuela. “Hay pizarrones, banquitos, y sillas dentro de la carpa; hasta hace poco trajeron garrafones para que los niños puedan tomar agua durante la clase”, añade Pilar Valle, otra de las madres de familia.
“Aquí nosotros por eso queremos rescatar la herrería, las puertas, porque todo eso está hecho gracias a papás anteriores. Entonces eso es un gasto que vamos a hacer nosotros, pero si lo podemos ahorrar e invertir en otra cosa, pues preferimos invertir en otra cosa y ahorrar lo que otros papás ya gastaron”. Marlene señala hacia los edificios que están de pie.
Los padres de familia desconfían del trabajo de demolición que se está realizando en las instalaciones dañadas de la escuela. De acuerdo a lo que comentan, a revisar las instalaciones han venido seis estructuristas.
“Y nos lo han ido modificando a través del tiempo, o sea si el primero dijo: `va toda la escuela´, ya vino otro y ya dijo: `aguanta esto sí, esto no´. Y así va, y hasta ahorita sabíamos que iba toda la escuela y ahorita nos dicen saben que no”.
Los papás de la Emiliano Zapata relatan que son ellos los que tienen invertir de su bolsillo para mejorar la educación de sus hijos, ellos aseguran que el apoyo no ha venido ni del municipio ni de el estado.
A pesar de que el actual gobernador de Morelos, Graco Ramírez, anunció a principios de 2018 que se iba a arrancar con un “presupuesto histórico” para la educación en ese estado en niveles media y superior, la realidad es que en todo el país los presupuestos destinados al ámbito del crecimiento educativo son opacos, nada transparentes.
Un análisis del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), señaló el año pasado que al menos en ciertos programas educativos invertidos desde el Presupuesto de Egresos de la Federación, como es el de subsidios a las universidades estatales -las que dice apoyar Graco Ramírez-, no hay lineamientos o reglas de operación; los recursos muchas veces son destinados a cubrir gastos de operación, nómina y pensiones.
Un fenómeno que sucede en distintos niveles educativos. Por lo que, a falta de reglas de operación y sin un mecanismo de transparencia dentro de la Secretaría de Educación Pública (SEP), como incluso lo ha señalado la Auditoría Superior de la Federación (ASF), no hay forma de que se transfieran los recursos de forma equitativa, en todas las instituciones.
“Se supone que tenemos el recurso y hay un buen recurso para nuestra escuela, ¿en quién depende que sí o que no? ¡No nos lo pueden modificar!”, reclama Marisol Luna, mientras observa a las máquinas demoliendo en operación.
“Lo malo es que por la zona en la que nos encontramos porque es zona turística alrededor de lo que viene siendo el lago, son casas de gente con dinero, pero la gente viene de fuera, o sea ellos vienen el fin de semana, descansan y aquí la pasan. Nosotros en el pueblo de Tequesquitengo somos trabajadores… Nos tienen en el nivel de que `los de teques tienen porque es un lugar turístico´, no es cierto, la realidad es otra, tienen dinero los colonos, los que vienen de afuera”.
Han coexistido dos realidades en Tequesquitengo, las mismas que se pueden hallar en algunos otros destinos vacacionales de México: una es la de capitalino, la del tapatío, la del regiomontano que sale de la ciudad un fin de semana para distraerse, nadar, convivir y descansar del trabajo; la otra, al contrario, comienza sus actividades laborales en ese espacio de tres días, una economía que se sostiene principalmente por esas visitas, por las compras, gasto y principalmente las inversiones en inmuebles, que llegan de los habitantes de las grandes urbes cercanas.
Cuando los turistas regresan a las ciudades, las actividades en estas localidades no se paran. En Tequesquitengo las necesidades siguen siendo las mismas que la Ciudad de México, sin embargo, no se atienden de la misma forma. Y así lo ven los padres de familia
“Ni para la escuela a veces entran los apoyos a veces por lo mismo. Es zona turística, pero ni los colonos nos apoyan, porque desgraciadamente… (se) han ido a pedir apoyos y cuando se debió haber invertido aquí no se invirtió”, advierte Marlene.
La situación no es nueva, no es única, pero sí es particular. El sismo de 7.1 grados que sacudió al centro del país cambió la rutina y la vida de muchas personas. Sin embargo, el movimiento telúrico agitó el polvo y también ayudó a visibilizar problemas encubiertos, velados entre una capa de desinformación y conformidad.
Sacudió conciencias y movilizó personas. Enfrentó a los mexicanos al rostro crudo de un fenómeno más destructivo: la corrupción. La historia de la escuela Emiliano Zapata es la que se puede contar sobre la educación en México. Es la de padres de familia que se organizan y se activan frente a un gobierno pasivo y desinteresado. Y la de un municipio que aún no está de pie.
La reconstrucción ya comenzó. Al menos en los ciudadanos, que se reconstruyen política y socialmente.
Marlene y los padres salen de la escuela, llaman a sus hijos, el polvo comienza a crecer en el aire por el trabajo de las retroexcavadoras. Llaman a los niños que estaban jugando en la parte de la cancha de básquet que no tenía escombros.
“Hemos estado al pendiente y vamos a seguir al pendiente, a veces se aprovecha el gobierno, porque nosotros no estamos bien informados. Queremos las cosas bien hechas y queremos las cuentas bien hechas”.
Fotos: Diego Estebanez García