“La Llorona” del genocidio y la justicia en AL que nos brinda Jayro Bustamante

“La Llorona” del genocidio y la justicia en AL que nos brinda Jayro Bustamante

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La llorona, personaje del folclore latinoamericano conocida por lamentar en las noches la muerte de sus hijos, como todos los mitos, tiene versiones distintas según la latitud en que se le narre. Se dice que los ahogó por despecho; que lo hizo para salvarlos de los conquistadores españoles o que los militares genocidas en Guatemala los ahogaron frente a ella, antes de asesinarla. Esta última es la reinterpretación del director Jayro Bustamante para su filme La Llorona (2019).

Ahora pena por esos 200 mil mayas ultimados entre 1981 y 1983. Una cinta que reflexiona sobre las heridas que dejó el conflicto y reclama verdad y justicia por los crímenes de lesa humanidad. Una mezcla de drama, terror y thriller elegida para representar a Guatemala en los Óscar 2021.

Enrique, un general que goza de su lujoso retiro es enviado a juicio 30 años después por el genocidio de la comunidad Maya Ixil durante la guerra civil guatemalteca, pero es absuelto de inmediato y el juicio declarado nulo. 

Vuelve a casa, donde su esposa, hija y nieta lo esperan. Y aunque hay manifestantes que acampan a las puertas de su hogar, eso no le quita el sueño; su única preocupación es conseguir una nueva trabajadora doméstica para mantener su comodidad familiar. Así llega Alma, la nueva empleada que llora cada noche en busca de justicia. 

La cinta escrita, dirigida, y producida por Bustamante, comparte a las nuevas generaciones de guatemaltecos un capítulo horrible de su país. Una guerra civil que duró 36 años y aunque se firmó la paz, no hubo justicia y el gobierno borró de sus libros de historia el que unas décadas atrás se intentó exterminar a su pueblo maya-quiché, criminalizados por ser comunistas.

El tema toma relevancia al revisar la historia, la justificación que utilizó el gobierno en turno de ese país, para cometer semejante ignominia, fue combatir a las guerrillas comunistas —un regalo de la influencia estadounidense sobre la dicotomía de civilizados y comunistas como el bien y el mal— mientras el interés real era el petróleo existente en sus territorios.

“En su día, el gobierno silenció lo que ocurría en la guerra. Poco a poco se empezó a convertir en algo de lo que no se hablaba en la calle. La nueva generación no sabe nada de ella, a pesar de ser la historia reciente de su propio país”

Jayro Bustamante

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El proyecto es ambicioso, no sólo no existe industria del cine en Guatemala, sino que sólo 29% tiene acceso a internet y solo un 9% puede ir a una sala de cine. Jayro tuvo que formarse en el extranjero para después volver a su país, crear una productora y transgredir los discursos de su sociedad moralista. 

“Y, de esos pocos espectadores, casi todos ellos ven blockbusters de Estados Unidos. Así que terminan comparándose con neoyorquinos ricos sin verdaderos problemas sociales”, refiere el director Jayro Bustamante.

La Llorona es la tercera entrega de lo que Bustamante califica su tríptico. Lo que se diría una trilogía. La primera parte fue Ixcanul seguida por Temblores.

Con estas tres películas, Jayro resalta las tres ofensas que más segregan y destruyen a la sociedad guatemalteca —y a muchas otras— que es el ser indio, hueco (peyorativo de homosexual) y comunista. Uno deshumaniza a las personas por no actuar de acuerdo con el “progreso” occidental, el otro es un discurso donde todo lo femenino es despreciable y el último es la manera en que se desacredita a cualquier persona con consciencia social. 

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“Vivimos en tiempos en los que el audiovisual está reemplazando a la lectura. No es algo que me haga feliz, pero sí me hace darme cuenta de que los que rodamos cine tenemos una responsabilidad extra y debemos crear contenidos para algo más que entretener”

Jayro Bustamante

América Latina y el eco de una voz silenciada

Jayro Bustamante no solo ofrece en su trabajo la voz silenciada de Guatemala, es alguien que pone en alto a toda América Latina. La Llorona —catalogada dentro del género de terror— tiene tintes del realismo mágico de la literatura latinoamericana, corriente que fue respuesta al sometimiento de las dictaduras en casi todos los países del continente.

La realidad era tan brutal e injusta que se necesitaban elementos mágicos para poderla explicar. Sus máximos exponentes fueron Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Miguel Ángel Asturias, José Donoso, Vargas Llosa y Cortázar, entre muchos otros. 

“Asombrado, le preguntó a Úrsula si todo aquello era verdad, y ella le contestó que sí, que mucho antes los gitanos llevaban a Macondo las lámparas maravillosas y las esteras voladoras. 

— Lo que pasa —suspiró— es que el mundo se va acabando poco a poco y ya no vienen esas cosas”.

Gabriel García Marquez en Cien años de soledad.

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Los regímenes brutales del siglo XX no son casualidad, son residuo del colonialismo vivido en todo el continente y la modernidad implantada. Por eso, la palabra indio tiene tal impacto. La semilla colonial hace que las élites del poder se sientan europeos, ilustrados, cientificistas y civilizados, tachando todo lo demás de barbarie, comunismo, artesanías y falso por no haberse sometido al método científico. Cuando se piensa así, cometer un genocidio, ya sea de saberes o de personas, se vuelve factible. 

“Cuando uno vive en una sociedad tan violenta como la nuestra, la insensibilidad se vuelve un arma de protección. El problema es que no puedes escoger a qué ser insensible, te vuelves insensible a todo”, ha dicho Jayro Bustamante al hablar de los motivos.

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Los mensajes del director Bustamente en su cinta La llorona son claros y contundentes. No se trata de un espíritu de venganza, porque eso sólo generaría un círculo interminable de violencia, lo que busca su personaje es justicia. Justicia para sanar las heridas.

Urge superar el colonialismo, como ha señalado la defensora de lenguas Mixe Yásnaya Aguilar. Y la forma de hacerlo no es ignorando lo sucedido hace 500 años, se debe reflexionar acerca de todos los residuos coloniales que tenemos… sólo así cesará a la violencia sistémica.

“Si bien no podemos hacer nada con respecto de esos acontecimientos, sí podemos trabajar en la manera en la que los efectos del colonialismo funcionan en estos días. Desenmascarar sus dinámicas y comenzar a pensar cómo, desde diversas trincheras, desarticular sus violencias más que vigentes”, escribe Aguilar.

Jayro, Yásnaya y Ximoník —organización maya mexicano-guatemalteca— son algunas de las voces que se están alzando en contra de este problema con miles de aristas. Vale la pena escuchar más allá de la historia oficial, que generalmente sabemos solo se cuenta por los vencedores.

Para ver La llorona.

Ximoník ofreció a fines de noviembre el diálogo “Ri qab'anob'al - Ri qatzi OPRIMIDXS PERO NO VENCIDXS” en Facebook, en el que participaron Yásnaya Aguilar y la doctora guatemalteca Gladis Tzul, en que abordaron sobre los sistemas comunitarios.

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