La introspección de Crocodiles en el Festival Marvin

En el momento cumbre del Festival Marvin, cuando muchos de los foros estaban presentando sus actos concluyentes, CinEspacio 24 se encargó de canalizar toda la energía recopilada durante el día para recibir a Crocodiles.

Mientras se llevaban a cabo los primeros arranques de post punk lo-fi con letras mucho más entendibles de lo que ofrecen sus grabaciones, el cuarteto californiano presentaba una apariencia oscura que remitía mucho más a su faceta melancólica, haciendo pensar a todos que ésta podría predominar sobre los ritmos más violentos.

Junto con la creciente amplificación en el sonido, un sentimiento apático parecía haberse apoderado de la mayoría de los asistentes que movían la cabeza al unísono sin preocuparse de nada alrededor, una atmósfera perfectamente complementada con la poca interacción entre los músicos y el público. Todos los cerebros estaban siendo individualmente intervenidos por el mismo ruido, un estruendo melódico que se podía escuchar a dos cuadras a la redonda.

Ya perfilados para el final de la presentación, Brandon Welchez dejó su guitarra a un lado para comenzar con los desplantes enérgicos de "Jet Boy, Jet Girl", una acción que automáticamente causó una reacción en los espectadores. Finalmente, la apatía había quedado atrás y todos comenzaron a disfrutar en la misma frecuencia, incluso hasta llegar al grado de subir a cantar y a bailar en el escenario.

De una forma muy particular, Crocodiles dejó muy en claro que se puede lograr la introspección con cualquier tipo de sonido, una lección que se suma a todas las experiencias vividas en CinEspacio 24, sin duda uno de los mejores escenarios del festival.

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