Kurt VilePor Almendra Hernández (@almondomi)
Sinceramente el look hippie-grunchero de Kurt Vile, añadido a su estilo de arrastrar las palabras cuando canta, le dan toda la pinta de ser un junkie, o por lo menos de ser un deslenguado. Sin embargo, justo sucede todo lo contrario: lleva casado 10 años y, a sus cortos 33, ya tiene dos hijos con los que vive en su natal Filadelfia. Más bien, él reúne todos los síntomas de un hombre de familia –y uno muy orgulloso de serlo–, que durante su carrera se ha ocupado de enaltecer a su ciudad constantemente referenciada en sus canciones y videos. De hecho, hace poco este cariño le mereció el más alto reconocimiento que Philly puede otorgar: el 28 de agosto oficialmente fue nombrado como “el día de Kurt Vile”, el honor más grande que se le puede dar a un ciudadano de allá.
Vile no es el caso de un músico que empezó a tocar desde pequeño (no es fácil hacer tu voluntad cuando tienes que compartirlo todo con nueve hermanos). Fue hasta que salió de prepa que empezó a componer en forma, aunque sabía que tendría un laaargo camino que recorrer. Tan sabía lo que quería que en 2005 Kurt Vile y Adam Granduciel ya habían armado The War On Drugs, una banda que creció muy rápido por su potencial de revivir a figuras clásicas del americana, como Tom Petty o Bruce Springsteen (de quien Vile es extra fan), pero con un giro hacia la insolación, la nostalgia del sueño americano.
En el 2008, Vile optó por probar suerte como solista y empezó a lanzar discos con rolas que había grabado en casa desde hace varios años en baja calidad. Ésa es la historia de Constant Hitmaker (Woodsist Records, 2008), Childish Prodigy (Matador Records, 2009) y God Is Saying This to You... (Mexican Summer, 2009), sus primeras producciones en los que se percibe a un hombre extra sensible, muy agrio y hasta cínico, quien abusa del lo-fi y de “tirarse al catre”, al estilo americano.
En realidad, a Kurt Vile lo voltearon a ver hasta hace dos años con la salida de su cuarto LP, Smoke Ring for My Halo (Matador Records, 2010) donde le dio una vuelta de tuerca a su música: por fin se metió a un estudio a grabar, sacó su lado más brillante y junto con el productor John Agnello, pulió su visión clásica del rock con excelentes resultados.
La misma fórmula retomó en Wakin on a Pretty Daze (Matador Records, 2013) álbum de este año en donde denota a un Vile todavía más soleado, tal vez por la inspiración de su familia. En fin, sea por lo que sea, este disco, a él y su banda The Violators, esta enorme producción les merecerá una calurosa bienvenida en el Corona Capital 2013.
Que la música de Kurt Vile se asocie mucho con los road trip gabachos no significa que en México sean canciones con las que no nos podamos identificar. Al contrario: la sutileza de cada uno de los nuevos temas en gran medida sí denotan viajes de carretera con paisajes estadounidenses, pero así como un viaje por la autopista puede ser sumamente individual, lo mismo ocurre con estas rolas, cuyo efecto más interesante es su potencial de llegar a las fibras más profundas. Algo así como si ese viaje en carretera ocurriera en el interior de uno mismo, y esos paisajes fueran nuestros sentires menos explorados.
Si gustan de hacer viajes largos en vochos y del indie folk, entonces apúntese para subir a la furgoneta de este artista el próximo 12 de octubre.
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ESPO (hizo el mural de la portada del nuevo disco de Kurt Vile) tUnE-yArDs (en una entrevista para Jenesaispop, Kurt Vile se declaró fan de esta artista)