Kenia Romero: In memoriam

Kenia Romero: In memoriam

Kenia Romero. Ilustración: Belén A. Martínez

Kenia Romero. Ilustración: Belén A. Martínez

Las palabras se empujan ansiosas para salir de mi cabeza. Escribo estas líneas por una necesidad de justicia, reivindicación y respeto. Una necesidad personal y colectiva.

El pasado 14 de enero, después de casi 26 días de su desaparición, la Fiscalía General de Morelos confirmó el hallazgo del cuerpo de Kenia Romero Gutiérrez. Mujer, joven (apenas 21 años), estudiante de enfermería y con una trayectoria en el modelaje. El drama de su desaparición sólo es comparable con la constante tensión y alarma que significa para las mujeres en México no sentirse seguras al salir a las calles.

La noticia de la desaparición de Kenia conmocionó a la sociedad civil en Morelos. Se volvió a escuchar la demanda ciudadana: “¡Ni una más! ¡Kenia no es la primera, pero sí debe ser la última!”.

Pienso en Kenia Romero y se me acaba el Huapango de Moncayo, el 1-0 contra Alemania, se me acaba el orgullo de sentirme mexicano. Kenia Romero me representa un símbolo del esfuerzo colectivo, de la falta de garantías que debería brindar el Estado, de la vulneración de la mujer. Del México feminicida. Kenia Romero es una voz callada en la eterna lucha por lograr la justicia social y la reivindicación de los derechos de las mujeres.

Cuando desapareció, las redes sociales sirvieron como una herramienta extraordinaria del eco de la angustia. Durante días invadió a sus familiares estuvo acompañada de shares, comentarios y muchos deseos de que se encontrada con vida y completa.

Cuando se difundió que la joven había sido asesinada y se encontró su cuerpo en un hotel de Morelos, la desesperanza, la tristeza y la impotencia surgieron.

Lo que le sucedió a Kenia invita a la reflexión también sobre el grado de empatía social que se vive en México. A mí me hizo preguntarme si alguna vez he reflexionado sobre el constante grado de terror que viven las mujeres en México…

Imagen vía Facebook

Imagen vía Facebook

Lo que lamentablemente sucedió a Kenia Romero es una invitación a pensar qué México tenemos y qué país queremos. Es pensar en acción colectiva, en acciones transformadoras que tengan impacto en nuestro día a día. Sin caer en sentimentalismos, Kenia Romero es protesta y acción. Un motivo para decir no a la indiferencia social, al miedo y la incertidumbre.

Eso le sucedió a Kenia hace unos días, pero podría haberle pasado a mi madre o mi hermana puede ser mi mamá, mi hermana. A ti que me lees o incluso a mi, en un contexto de violencia e inseguridad como en el que vivimos.

Resulta penoso recordar qué identifica mediaticamente a Kenia en los titulares de la noticia de su muerte: “Mira la triste despedida a la sensual modelo Kenia Romero tras brutal asesinato”. Pocos son los titulares que la no identifican por sus rasgos físicos: “El drama de la hermosa joven…”, “Despide Jonacatepec a modelo asesinada”. ¿Acaso no también es mujer joven, estudiante y no sólo modelo?

Crímenes sin castigo

De acuerdo con datos de ONU Mujeres México, al menos 97 de cada 100 feminicidas no terminan en la cárcel. Estos crímenes pasaron de mil 89 en 2007, a dos mil 746 en 2016, datos que nos ponen en perspectiva la gravedad de lo que ocurre, como lo documentó el reportaje publicado en Aristegui Noticias sobre el tema en diciembre de 2017.

Kenia me tocó, se reveló ante mí exigiendo la necesidad como ciudadano joven de clamar justicia, de sensibilizar y de pedir o contribuir a hacer de los medios de comunicación una herramienta de cambio para contribuir a visibilizar las terribles condiciones de inseguridad y violencia en que viven las mujeres en México.

Tan sólo en 2018 843 feminicidios se reportaron en todo México —13 por ciento más que el año pasado—: Estado de México (con 106), Veracruz (con 87 muertes) y Nuevo León (con 79), lideran la lista de estados con mayor número de feminicidios a nivel nacional. En lo que va de 2019, tan sólo del 13 de enero al 14 de enero se registraron al menos 9 feminicidios en diferentes entidades de la república.

Detrás de cada cifra hay personas y sus historias.

Kenia tenía 21 años. Mi edad. Kenia representa el fracaso de la armonía social y la incomunicación de la sociedad con el gobierno. El recrudecimiento del sentir nacional y de la pérdida de identidad. Este es mi sentir.

Gracias, Kenia.

*Los puntos de vista planteados en este texto no representan la postura institucional de Ibero 90.9

*Kevin Bravo, autor de este texto es alumno de la carrera de Relaciones Internacionales de la Ibero.

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