Por: Gonzalo de León Oktoberfest de Múnich es un evento reconocido y apreciado hoy en todo el mundo, hasta imitado. Parte importante de la fiesta, la protagonista, es la cerveza original Oktoberfest que sólo seis marcas tienen el derecho y el privilegio de ofrecer en el recinto ferial porque es condición obligada tener la fábrica dentro de la ciudad y así históricamente han promovido que la industria cervecera no se marchara fuera. Destacar que dentro de estas seis marcas, Paulaner es la más vendida con diferencia en todo el tiempo que dura la Oktoberfest.
La primera Oktoberfest se celebró en septiembre de 1810. En aquel entonces, el príncipe heredero Luis de Baviera se casó con la princesa Teresa de Sajnnia-Hildburghausen. Los novios celebrason su boda con una carrera de caballos en un prado a las puertas de Múnich. Hasta la fecha, se sigue celebrando la Oktoberfest en el llamado "prado de Teresa" (Thercsienwiese). El príncipe pidió algo muy especial para su enlace: una cerveza fabricada especialmente para los fastos. Y también esto se ha convertido en tradición: cada año, los cerveceros producen una cerveza especial, la “Oktoberfest Bier", es una cerveza pálida rabia de fermentación baja. Su mosto original, la medida para la intensidad de una cerveza, es más alto que en las demás cervezas de su clase. También la graduación alcohólica de 6 a 7% es mg alta que en la cerveza normal.
Desde su primera edición, la Wiesn, como también se le llama, se ha convertido en la fiesta más importante de Alemania y en cita ineludible para los amantes de la cerveza. Durante dos semanas, el Thercsienwiese se llena de casi siete millones de visitantes locales y llegados de todo el mundo. Un dato sorprendente, en la pasada y edición se sirvieron siete millones de jarras de cerveza y dejaron un millón de euros en la ciudad.
Además de beber una exquisita y natural cerveza también hay que tener en cuenta que se pueden saborear exquisiteces bávaras como Brarheodl (pollo asado), Scbweinsha.xe (codillo), Bratwnrst (salchicha), Laugenbre~el (rosquillas saladas), BreznBrezel bávaro, que es cordón de masa trenzado artísticamente. Obazda, especialidad de queso Camembert con cebolla, páprika, comino y manteca, Semmegnedl, albóndiga de pan con sal, huevo y perejil.
El segundo domingo de la Wiesn tiene lugar el mayor concierto de música de instrumentos de viento del mundo, aproximadamente 300 músicos.
La entrada de los anfitriones y los artistas a las carpas marcan la apertura oficial del Oktoberfest desde 1887. Se desplazan con inmensos carros a caballo a través del centro & la ciudad hasta la Theresienwiese. El cortejo se compone de los carruajes cerveceros que transportan los tradicionales barriles de madera con cerveza, las bandas de música de las carpas y los camareros. Le sigue tradicionalmente el alcalde en una carroza festiva. Con la apertura del primer barril de la Oktoberfestbier a cargo del alcalde de Múnich y al grito de "¡se ha pinchado!”, se considera inaugurado Oktoberfest. A continuación se disparan doce salvas. Esto indica que se puede comenzar a servir.
A quien se le haya contagiado la fiebre de la Wiesn, no se librará de ella fácilmente. Esta ciudad de fiesta y gastronomía está plagada de atracciones y carpas. Alguna de ellas pueden albergar hasta 12 mil personas como es el caso de la Paulaner Festhalle Winzerer Fähndl. Hay dos muy singulares: la Armbrustschützen-Festhalle y en la Käfer’s Wies’n-Schänke. La camarera o camarero, serán sus mejores amigos. La regla quizá más importante de la Wiesn es: ¡se amable con tus meseros! Un tono cordial y propina pueden lograr mucho, ya que determinan qué cantidad de cerveza recibe usted y con qué rapidez. Sin asiento no hay cerveza en la carpa.
Trajes tradicionales, camareras con cargamentos de jarras de rica cerveza entre su pecho, grandes fuentes con platos que caminan solas por los pasillos abarrotados, jóvenes vendedores ambulantes de gorros de fieltro, los típicos corazones, y demás abalorios fiesteros.
En la Oktoberfest hay que cantar al ritmo de la banda en su quiosco de la música, aunque no se sepa lo que se canta, da igual, el estruendo de coros es tal que su voz nunca destacaría, también hay que subirse en los bancos y abrazarse al compañero o compañera de al lado, da igual otra vez, terminas con un grado importante de fraternidad temporal. Cada dos o tres canciones populares viene el himno del brindis "Ein Prosit, ein Prosit. Der Gemürlichkeit" y el obligado y fácil estribillo: "Oans, Zwoa, Gsuffa!" (¡Uno, dos, tres, adentro!). Lo hacen para que se beba, tranquilidad porque se canta tanto, se suda tanto y se pierden tanto líquido dorado en el golpe de las jarras que se bebe mucho menos de lo que se pueda contabilizar que se haya consumido.
Es un espectáculo inigualable y obligado de vivir. Tantos miles de personas y ningún altercado, y eso que el alcohol corre con alegría, en las cuatro horas de apertura diaria es muy posible beber varios litros por persona. Mucho influye lo natural de la cerveza y la inteligente comida bávara que hace esponja.