Una mujer sostiene a su hijo de 18 años en su regazo, el joven sufre los efectos de un gas lacrimógeno luego de una manifestación en Sanaa, Yemen; país ubicado al sur de la península de Arabia y que intentaba liberarse del régimen autoritario del presidente Ali Abdullah Saleh. La búsqueda por su hijo se tornó caótica, el muchacho fue hallado por su madre tras su segunda visita a una mezquita convertida en hospital temporal.
El momento fue captado por Samuel Aranda, quien se ganara el reconocimiento de este año por el World Press Photo, imagen que, por cierto, recuerda a “La Piedad” de Miguel Ángel.
Pocos sonidos logran ser representados perfectamente con una sola imagen y que mejor que usar ésta como portada de III de Crystal Castles, un disco tan sombrío y desolador como la personalidad de los integrantes de la banda.
Todo parece indicar que en esta ocasión los alter egos del dúo salieron a flote. Aquella figura descontrolada y caótica de Alice Glass, quien reparte puñetazos y alcohol al por mayor en sus shows, se perdió en algún punto, los gritos desesperados y distorsionados junto con esa mirada demente se quedaron guardados en una caja cuya llave, no se sabe si está a salvo. Sin embargo, es altamente probable que a la menor provocación, todas esas cualidades, salgan a relucir de nuevo.
La potente y explosiva personalidad de Alice se ha corrido al igual que el delineador y labial rojo que luce siempre al final de cada concierto. Los sonidos crudos y caóticos han quedado atrás, ahora las canciones se escuchan sobreproducidas, pero la melancolía y ritmos sombríos no se han ido del todo, la desesperanza y negatividad hacia el mundo predomina en cada track.
La otra cara de esta banda llega con III, tan simple en nombre pero complejo de entender si tomamos en cuenta sus discos anteriores y si se tratara de una trilogía como “The Lord of the Rings”, este sería el capítulo intermedio en el que no pasa nada extraordinario pero resulta una travesía necesaria para explicar el resto de la historia. Aquí los títulos lo dicen todo, “Plague” primer sencillo del disco, hace pensar que esta vez será un sonido diferente, pues se echa de menos ese frenesí propio de la banda, en los gritos de Alice falta algo, es como si ya no tuviera mucho que expresar, como si estuviera harta de sí misma.
Es momento de conocer a una Alice más serena, los gritos desesperados son remplazados por susurros que, de igual forma, son incomprensibles. Su voz se deja llevar dócilmente por el beat que Ethan Kath marca para coquetear sin reparo hacia un pop noventero.
Tal vez es con “Wrath Of God” donde Crystal Castles comprende que los daños colaterales de su actitud y desenfreno algún día cobrarían la factura y entonces se refugian en sonidos más equilibrados y hasta cierto punto maduros. Entonces, es preciso advertir que éste no es un disco para reventarse en la pista de baile, pero sí está hecho para desmenuzarse poco a poco.
“Affection” y “Sad Eyes” son quizá los cortes que más se acercan a esos 8 bits descontrolados a los que nos tenían acostumbrados, mientras que “Insulin” podría ser la canción que también rememora a esa etapa agresiva de Alice pues la voz y sonido totalmente distorsionado nos recuerda a esa niña berrinchuda a la que le importa poco el qué dirán los demás.
La luz al final del túnel llega con “Child I Will Hurt You”, misericordia y consuelo permanecen en un ritmo de canción de cuna perfecta para cerrar el disco, recupera la esperanza que alguna vez se perdió en la humanidad y dice que no todo está perdido.
Describir a Crystal Castles no es cosa fácil, el ejercicio se puede tornar tan impredecible como cuando la misma Alice Glass arriba al escenario. Lo que es cierto es que III llegó para moldear el sonido de estos canadienses que ahora muestran una faceta que seguramente, ni ellos mismos conocían.
33 años duró aquel mandato que provocó manifestaciones en las principales calles de Yemen. El joven que sufre en los brazos de su madre estuvo en coma durante dos días y aún así fue agredido dos veces más. Muertos y heridos por las principales vías públicas para que el Presidente Saleh firmara pacíficamente un acuerdo y transfiriera el poder. La coincidencia entre letras fatalistas y portada no son mínimas. Glass y Kath le colocan un fondo musical a la imagen que acompaña a su disco: “i´ll protect you from all the things i´ve seen and i ´ll clean your wounds. Rinse them with saline kerosene”.
http://youtu.be/qR2QIJdtgiU