"Hombres sin mujeres", la consagración de Haruki Murakami

Desde hace diez años Haruki Murakami (Kioto, 1949) se ha vuelto uno de esos autores francamente extraños en parte por su literatura pero sobre todo por los efectos que sus libros causan, capaces de ser enaltecidos por la crítica y por el público. De valerle a su autor ser nominado al Nobel y vender libros como si escribiera sobre magos y vampiros adolescentes; en fin, este autor ingresó con fuerza a las listas de best sellers sin renunciar a lo literario. De ahí que desde hace diez años divida opiniones. El fenómeno no se puede reducir al binomio amar u odiar a Murakami: hay quienes lo leen en secreto y lo detestan en público; hay quienes lo critican sin haberlo leído; hay quienes lo leen con entusiasmo y, con conocimiento de por medio, aclaran: no es tan occidental como parece. A estas alturas, es toda una proeza permanecer indiferente hacia Murakami, su obra y sus innumerables lectores.

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De ahí que cada nuevo libro de Murakami sea recibido con idénticas dosis de entusiasmo y desconfianza. Hombres sin mujeres (Tusquets, 2015) no podría ser la excepción. De entrada, ese lugar común que pregona que los libros de cuentos no gustan ni venden se tambalea ante las pilas de ejemplares Hombres sin mujeres que aparecen y desaparecen de las librerías cada día. Cuando menos, este volumen es la excepción que confirma la regla. Por otro lado, para más de uno fue un auténtico sacrilegio haber tomado prestado un título de Hemingway, prócer indiscutible del cuento norteamericano. Hay que tener agallas para hacerle un homenaje de ese tipo al autor del Por quién doblan las campanas.

Sin embargo, y contra todo, Hombres sin mujeres es, de principio a fin, un espléndido libro de cuentos donde los temas y las obsesiones ya conocidas de Murakami son llevadas a sus últimas consecuencias. En cierta forma, el Murakami de Hombres sin mujeres es un Murakami en bruto: sin saltos interdimensionales ni sucesos que ocurren en la frontera del sueño y la realidad: aquí solo hay siete estupendos relatos sobre hombres en el arduo trance del desamor, en un justo medio donde no hay lugar ni para la cursilería pero tampoco para la frialdad. Es un lugar común alegar, entre otras credenciales, que Murakami ha traducido a autores como Raymond Carver al japonés. Y lo cierto es que hay mucho del autor de Principiantes en estos siete cuentos capaces de convencer y conmover al lector más desconfiado. Desde “Drive my Car” hasta el cuento que da título al libro, Hombres sin mujeres contiene muchas de las mejores páginas del autor de Crónica del pájaro que da cuerda al mundo.japon

Ignoro si Murakami recibirá el Nobel del mismo modo en que ignoro las claves exactas que lo han convertido en un éxito de ventas. Sin embargo, me parece, Hombres sin mujeres representa la consagración de Murakami; acaso el más profundo y genial de sus libros, acaso el libro por el cual lo recordaremos en el futuro.

 

Por Eduardo de Gortari

(@edegortari)

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