El pasado miércoles 15 de octubre en la Universidad Iberoamericana se llevó a cabo la Conferencia Magistral "La violencia sexual contra las mujeres durante los conflictos armados y violencia generalizada". La Dra. Julissa Mantilla fue la ponente y desde el inicio recalcó que el derecho no ha sido construido con una perspectiva de género. Durante la formación de los futuros jueces y abogados, el género "no es importante", se ve como algo optativo a diferencia del derecho penal o el tributario.
En materia de derecho internacional, la Dra. hizo un contexto histórico donde destacaba que el análisis de género y el interés en las formas de discriminación llegó muchos años después de haberse celebrado la primera convención de derechos humanos en 1945, donde tampoco se reconoció la violencia sexual como parte de los crímenes contra la humanidad.
Durante los conflictos armados, la violencia sexual se toma como un daño colateral: "no es tan grave". La discriminación y la violencia existen antes, durante y después de las guerras. Las voces de las mujeres son las que construyen la memoria, organizan y documentan. Es parte del estereotipo sexual pensar en que ellas deben cuidar a su familia y sacrificarse, por lo mismo, muchas ni siquiera se ponen en primer lugar y lo que realmente buscan es el bienestar de sus hijos y esposos.
Para los hombres, las violaciones significan un mensaje de terror, de humillación al enemigo, pues su rol es proteger y si su mujer o hijas sufren alguna de estas agresiones, es una vergüenza. Además se les considera un acto contra el honor y el pudor de las mujeres, únicamente. Al casarse con el agresor se perdonaba el acto. Pareciera que hay una presunción de culpabilidad para la víctima. Julissa hizo hincapié en que esta violencia es parte de la vida cotidiana. Generalizada, naturalizada e invisible vuelve extremadamente complicado investigarla y lograr justicia. Sobre todo porque sólo un mínimo porcentaje denuncia. Si las mujeres con educación superior no lo hacen, las niñas y mujeres analfabetas están más desprotegidas.
La Dra. ejemplificó con casos de Perú y Colombia, donde ella se especializa. También se habló brevemente de países como Sudáfrica, Guatemala y Ruanda. De Perú destacó la Comisión de la Verdad y Reconciliación (2001-2003) donde se atendieron casos de un conflicto armado que duró dos décadas, desde los ochenta hasta el nuevo milenio. Hubo un gran número de violaciones en las bases militares.
La violencia sexual no quería incluirse en la Comisión pues no había denuncias. Ni hablar de sentencias, era complicado dar con pruebas contundentes. Muchos casos nunca se resuelven y aún así las mujeres asisten a las cortes a dignificarse. Quieren ser visibles, desean que las escuchen y comprendan. No hay ningún programa exitoso de reparación de los daños, no basta con compensaciones económicas.
Esto no es un problema de las mujeres, porque no sólo ellas deberían estar interesadas. Es una cuestión de origen. Por qué a ellas se les educa para protegerse de las violaciones, de cuidar la ropa que usan, de no "provocar", cuando es obvio que los demás deben respetar siempre su integridad física y mental. Dedicarse al derecho en asuntos de género y derechos humanos es complicado, pero gratificante. Se debe asumir el reto de aplicarlo y entenderlo, concluyó la Dra. Julissa.