Fotos por Ray Marmolejo
El dúo Godflesh nunca había pisado tierras mexicanas, siendo demasiado experimental para festivales como el KnotFest o el Hell and Heaven. El Bestia fue necesario para brindar el ambiente correcto y vaya que lo fue.
En tan solo cinco años ,el Bestia Festival se ha consolidado como un evento inigualable. Los proyectos, conjuntos y fenómenos que han ocurrido en distintos escenarios de cine y música son intrínsecos a una pasión por la experimentación y la osadía. Este año no fue diferente ya que tuvimos la oportunidad de presenciar una curaduría impecable e inédita, una que solo podía suceder ahí.
Una vez más, como en otras ediciones, el concierto principal del Bestia tuvo el honor de llevarse a cabo en el Lunario del Auditorio Nacional, un lugar íntimo y cómodo para sus asistentes. El lugar incita al buen humor y a la convivencia y en una de las noches más poderosas del año, una sonrisa entre extraños fue suficiente para comunicar el éxtasis.
A las 9 en punto, cuando el público poco a poco terminaba de acomodarse en el recinto, cambiaron las luces y Cleric salió al escenario: Larry en la percusión, Matt en la guitarra, Nick en el teclado y Daniel en el bajo. La energía era punzante y del silencio surgió el estruendo. Nick comenzó a gritar con desenfreno mientras que los demás instrumentos creaban una cacofonía que ponía los pelos de punta. Cleric emana un poder muy singular, dejando al espectador atónito recibiendo ola tras ola de vibraciones sonoras perfectamente orquestadas.
Después de un corto pero necesario descanso, recordando la belleza del Bestia 2015, llegó al escenario Simulacrum, un proyecto compuesto por el mismísimo John Zorn e interpretado por John Medeski en el órgano, Matt Hollenberg en la guitarra y Kenny Grohowski en una estruendosa batería. El fenómeno de interrelación entre el metal y las estructuras del jazz es fascinante. Es imposible aburrirse al presenciar tales composiciones, con abruptas pero perfectas variaciones y exploraciones instrumentales. Este segundo set fue un mediador perfecto para inaugurar el acto final de la noche.
Godflesh es un proyecto legendario formado hace 26 años por Justin Broadrick, vocalista, guitarrista y programador y el bajista G. C. Green. Sus aficionados mexicanos los recibieron con fervor y, después escuchar el metal en sus formas menos convencionales, este acto llegó con solidez a imponer su poderoso sonido. El público estaba extasiado y hasta los que no se habían movido en dos horas comenzaron a matear con locura. Sin duda, fue el final perfecto para una noche en que cuerpo y mente fueron alterados por vibraciones bestiales.