Dicen que todos los hombres tienen un lado femenino, aunque en algunos casos, éste sale a relucir más que en otros. A diferencia de los trans o travestis que buscan el reconocimiento como personas del género opuesto, existen hombres que de vez en vez se convierten en mujeres apabullantes, divas, pero sobre todo en reinas de los escenarios. Arturo es uno de ellos, y al igual que muchos, él dedica su cuerpo, tiempo y alma a su más grande pasión, el transformismo. A los 18 años –aún no tan seguro de lo que hacía– debutó, y fue entonces, al recibir el aplauso acalorado del público, que algo dentro él cambió y supo que su vida no volvería a ser igual.
¿Cuál es tu nombre artístico y por qué?
Annie Mattel. Annie porque me gusta mucho Anahí y Mattel porque siempre me encantaron las Barbies.
¿Cuál es la diferencia entre un transformista y un drag queen?
Un transformista busca parecer mujer, por lo general imitamos a algún artista o nos inspiramos en alguna persona; un drag queen es mucho más exagerado, más maquillaje, los vestuarios igual son muy cargados.
¿Cuánto tardas en arreglarte?
Me tardo cuando menos dos horas. Primero es el cuerpo, te pones la cadera y todo, te das forma. Después el maquillaje y por último la peluca. Y ya, una vez que estás travestido todo cambia, la forma de mover las manos, de sentarte, de caminar. Eres otra persona pero sigues siendo tú.
¿Tienes algún reto?
Aprender más, uno aprende siempre algo nuevo; también no estancarme, estar siempre buscando nueva inspiración y conseguir emocionar a la gente. Darlo todo. No quiero ser una más del montón.
¿Cómo lo tomó tu familia?
Súper bien, de hecho mi mamá me ayuda a hacer mis vestidos y cuando me arreglo desde mi casa, mi papá me acompaña a tomar mi taxi para ir a trabajar.
¿Por qué decidiste dedicarte a esto?
Me llena, me hace feliz. Subirte, acaparar todas las miradas, dar un buen show. Y hasta donde yo pueda llegar lo seguiré haciendo, así llegue sólo, porque amo lo que hago, pero más me amo por lo que soy.
