[EXTRACTO] 'Agua Ardiente', el blues psicodelico de Los Espiritus ha vuelto

Los viajes acompañan al ser humano desde hace mucho tiempo. Quizá todo empezó como necesidad: buscar comida, refugio y en general lo que no se tiene. Con el paso del tiempo, el desplazamiento también se convirtió en afición, pues hay mentes incansables, que gozan de ser forasteros, y que encuentran en el camino, la respuesta cambiante al sentido de la vida. De los pies a las naves espaciales, la rueda, fiel acompañante, o el caballo resoplante, formas las hay muchas; ya sea que uno se crea Dean Moriarty y otro le juegue a Han Solo, los viajes tienen un peso mental importante. Ahí, en ese estado particular, se puede suscribir al Agua Ardiente de Los Espíritus como copiloto. https://www.youtube.com/watch?v=Gpi2GFDglNk

 

La mayoría conocimos a Prietto en 2007, Prietto Viaja al Cosmos con Mariano es algo que no se puede olvidar. O lo odias o lo amas. Una voz de las que taladran fuerte, no convencional, extraña como la de un Bob Dylan desafiante, un Nacho Vegas desafinante o un Tom Waits delirante. Lo particular lleva a territorios extraños, en donde bien puedes sentir que el autor te habla como nadie o te escupe como todos. “Av. Corrientes” y “Verano fatal”, marcaron el inicio para aquéllos que quedaron prendados de un argentino que parecía hacer las cosas a su manera.

Después, vinieron Los Espíritus. Si bien la psicodelia ya estaba presente —asomándose como la carta principal en el arsenal del argentino—, con los Espíritus, y de la mano de Santiago Moroa, se fue aún más allá. Suenan a viajeros del pasado. A personajes que bien podrían estar pidiendo aventón en Chihuahua, afincados a la orilla del Río de la Plata o cruzando algún sendero perdido del continente africano. No hay un hilo negro, es tan sólo blues, psicodelia, percusiones y ritmos latinos. Y no obstante, el paseo es emocionante, quizá más destacado entre la abundancia de productores armados con una computadora que apenas rondan los 20 años y que jamás escucharon la guitarra de John Mayall.

Para esta producción, tercer LP en la carrera de la banda, Prietto y compañía dejaron a un lado la baja fidelidad y recurrieron a las cintas abiertas para la grabación, como se hacía antes. Cuando quieres capturar la verdadera esencia de una banda, no hay de otra, la interpretación en vivo lo es todo. La sonofijación en un esplendor por retratar lo itinerante de Los Espíritus.

 

Hay recursos sencillos para componer canciones. O que al menos, así lo parecen. Piensas en alguien, en cómo hacer para llegar a su corazón y las palabras fluyen de manera casi automática. “Llegar a ti, hasta lo más profundo de tu ser, es lo que quiero, es lo que quiero yo hacer”, por ejemplo. Otros más se van por la temática espacial. “Y en esta supernova explosiva, quiero culminar mis deseos menguantes, como la luna en el firmamento y este absurdo pensamiento”, otro ejemplo. Burdo y sencillo. En menos de 30 segundos se pueden escribir palabras que pueden “funcionar” como canciones. ¿De eso se trata la música?

Se ha perdido un poco la tradición de la canción de protesta. Del mensaje a propagar. De alertar sobre la rutina sistemática que de repente nos convierte en simples artefactos, engranajes que se aceitan solitos. Los Espíritus no pretenden dar lecciones, quizá, pero tampoco quieren hablar del amor sideral. Ponen temas sobre la mesa en canciones como “La rueda que mueve al mundo” (que versa sobre el daño hacia el planeta Tierra y el Sistema con mayúscula) o “Mapa vacío” (con su retorica pregunta "¿dónde van los trenes que no frenan acá?") en un ejercicio que, al menos a primera escucha, se agradece más que las composiciones de León Larregui.

https://www.youtube.com/watch?v=HKvia0x949U

 

Irremediablemente el viaje de Agua Ardiente termina en una duna; con o sin vehículo, necesidad o alimento. La psicodelia desértica que explota y abrasa fulminante en maravillas como “Jugo”, es el perfecto pretexto para ponerse el papel de forastero, dejar lo cómodo de lo cotidiano y salir a explorar las tierras indómitas que siguen ahí, quizá con las huellas difuminadas de muchos otros, pero que al menos son vírgenes frente a los ojos de los recientes aventureros.

Está bien ponerle pausa a los sintetizadores y encumbrar a las viejas cuerdas, a las vivencias y a ese eterno retorno que es ineludible… como los susurros casi imperceptibles de los Espíritus en las paredes de cualquier habitación.

https://www.youtube.com/watch?v=k2cNl0xjoI4

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