La PKJU da la bienvenida a Scott Hadley aka Gringo Viejo La Plaza John Lennon en el centro de Puebla tiene un nombre más bien arbitrario. No hay ninguna razón para llamarse así pero la gente tampoco se queja, más bien es un lindo y espontáneo homenaje, donde llegan vendedores y artistas varios. En el umbral de esa plaza y una calle común del centro, se escucha un violín desafinado. El músico es un señor de edad avanzada. Junto a él se encuentra otro hombre grande, pero éste usa sombrero, porta una barba blanca, tiene un smartphone por fuera y está grabando todo lo que canta y toca el violinista.
El nombre del señor que está grabando es Scott Hadley. Él es literato de profesión y estudio, pero su verdadero placer está en la música. Es más, no tanto en la música. Como buen melómano, lo que estimula a Hadley es el sonido; pero no cualquier sonido, un sonido muy particular, uno que lo ha hecho famoso en Puebla bajo el nombre “El Gringo Viejo”. Cuando le pregunto por qué graba al señor, simplemente me responde, con una gran sonrisa, que le encanta registrar y darle dinero a los músicos de la calle. Respuesta simple para un hombre sencillo.
En la frecuencia poblana de 96.9 se escucha Radio BUAP, la única Radio Universitaria del cuadrante FM en la ciudad. Entre su ecléctica programación, Hadley tiene unas pequeñas cápsulas conocidas como “El Gringo Viejo, con mucha cuerda”, donde se dedica a reproducir discos de 78 revoluciones por minuto, usualmente en espacios menores a los 7 minutos.
“Yo pensé en ‘El Gringo Viejo’ porque Gringo Viejo es una novela de Carlos Fuentes, y es sobre la vida de Ambrose Bierce, un autor que desapareció en México. Entonces la novela es como una manera de explicar qué le pasó cuando vino a México durante la Revolución. Después pensé en la cuerda del fonógrafo, y pensé ‘El Gringo Viejo, con mucha cuerda’".
Originario de Connecticut, El Gringo Viejo lleva al aire desde octubre de 2001. Lo que comenzó con 20 pequeñas cápsulas, ahora son más de 500, y si bien hoy día hace alrededor de 50 espacios anualmente (menos a comparación de otros años) sigue siendo mucho más de lo que otras personas escuchan en ese lapso.
Durante la entrevista, Hadley deja ver que su carismática personalidad en las ondas de radio (la de un extranjero en México, con su distinguido acento estadounidense para hablar un muy inocente español) tiene su símil frente a frente: todas sus respuestas las da con una amplia sonrisa en el rostro y dejando escapar una que otra carcajada. El carácter agradable de Hadley es reflejo de la entrega a una colección musical amplia, variada y personal.
Tras amasar una pequeña galería de discos en su infancia y juventud, fue en la época más adulta en la que se convirtió en un coleccionista más serio. “Cuando fui a la universidad dejé de coleccionar tanto. Luego como 30 años después volví a conocer a un amigo de la primaria. Haz de cuenta que nos separamos en los años 60 y nos reunimos en los 90, y resultó que mi amigo era un coleccionista muy serio. Aparte, podía arreglar los aparatos y todo. Y me regaló un fonógrafo de tamaño maleta.”
Hadley asistió a la entrevista con un par de estas joyas y, cuando uno las ve, entiende por qué se dejaron de usar: son pesados, frágiles y es muy difícil reproducir su contenido. Al ver la fascinación que tiene por éstos, le pregunto cuál es su descubrimiento favorito, a lo que responde: “Yo creo que los comediantes. Era lo primero que encontré y ya tengo varios de ellos. Yo creo que siguen siendo mis consentidos. Se llaman Rosales y Robinson. Es Maximiliano Rosales y Rafael Robinson algo así”.
https://www.youtube.com/watch?v=5UArVmPXoVY
Después comenzamos a platicar sobre algo que llamamos “arqueología musical”: “[Buscar discos] es exactamente como arqueología. Vas a una tienda y hay una pila de discos. Tienes que ir casi casi poniéndote una mascarilla para no ahogarte con el polvo”. Después me contó una anécdota sobre una donación de unos 400 discos, los cuales ya tenían polvo y hongos, por lo tanto, tuvo que revisarlos con cubrebocas y guantes. Lo irónico fue que varios de esos discos no los podía ocupar en el programa, pues eran sinfonías enormes de más de 10 minutos.
Esto llevó a la siguiente pregunta: ¿Cuál es la línea editorial de ‘El Gringo Viejo’? lo cual recibió una respuesta bastante concisa: “Simplemente dos canciones. Por ejemplo, un disco y comentario. Si no he hablado del intérprete antes tengo que buscar datos biográficos, tocar el disco y ya […] con tal de que sea suficientemente antiguo como para poner”. Esto significa que desde la clásica hasta el jazz, pasando por boleros o comediantes, son material de ‘El Gringo Viejo con mucha cuerda’.
Por último, Hadley está guiado por la historia, por la historia que cuenta un disco cuando éste ya no puede ser utilizado de manera convencional. Quizá uno de los elementos más interesantes de estas cápsulas es que él deja sus datos para contacto al final de cada cápsula, así si alguien quiere enviarle un disco se puede poner de acuerdo con él.
Pero, ¿por qué alguien querría darle un disco al Gringo Viejo? Fácil: “muchas veces lo que me llama la atención es gente que escuchaba sus discos cuando eran chicos pero ya no tienen chance porque ya no tienen los aparatos. Entonces en muchas ocasiones estoy tocando discos que ellos están escuchando por primera vez en 40 o 50 años. Me llama mucho la atención eso. Y me pongo a pensar en la gente que se comunica conmigo y los tipos de recuerdos que estoy inspirando con las cápsulas.”
Lo que Hadley hace no es sólo revivir música, sino revive recuerdos tan empolvados como esos discos. La música es memoria y el Gringo Viejo la aviva con cada emisión. Scott realiza un homenaje a lo que ya no se puede escuchar por el simple gusto de que alguna vez sí fue escuchado.
Por su labor incansable en la preservación de música y sonidos antiguos, los artesanos curadores en la Fonoteca Real del Marajá, han decidido otorgarle a Scott Hadley el título honorario Doctoris Musical, así como un espacio al aire en la majestuosa y sumamente selectiva PKJU internacional. El Marajá ya celebró preparándose un daikiri con ruibarbio.
Enhorabuena por Scott Hadley y su inclusión a la Real Fonoteca del Marajá.
¡Aloha!