Un relato visual que explica la euforia de la juventud femenina y el porqué de la renuncia a sus voces a cambio de una sonrisa francocanadiense:
Edición de fotografía por Walter Kuechel
Fotos y texto de Yéred García
El domingo 11 de Octubre la explanada de la Alóndiga de Granaditas presenció un desgarré de gargantas masivo. Las cuerdas vocales de las guanajuatenses no dieron crédito del eclecticismo que se confunde con Déficit de Atención y la contraposición de elementos anacrónicos Misteur Valaire, quinteto francocanadiense originario de Quebec.
Louis-Pierre B. Phaneuf, el frontman, me recordó a un Andy Dick que ha superado sus complejos e inseguridades para convertirse en un ganador de Extreme Make-Over que balancea las rimas y el lanzamiento de secuencias. Sus compadres desde la infancia se encargan del peso rítmico y melódico que combina las tradicionales batería, bajo, trompeta y saxofón.
Los norteamericanos mezclaron jazz y hip-hop con la licuadora del pop. Presentaron en el XLIII Festival Internacional Cervantino una selección musical que recordó un poco a una boy band que se luce tocando instrumentos aunque son una banda de jazzístas irredentos que dejaron el género asincopado por la experimentación con lenguajes sonoros más coloquiales.
Sin embargo, la buena vibra que facilita la receptibilidad de parte del público en el segundo encuentro cultural más grande del mundo es suficiente para los canadienses destruyan aunque sea por un momento la cabeza de los asistentes. La gente ignoró la lluvia incipiente y abarrotó el auditorio que si bien no tiene el peso del Juárez tiene un contacto directo y de cuates con la población que vive en el Estado.