Después de una primera jornada de Liguilla de sobresalto, llegó la redonda al Estadio Hidalgo, en Pachuca, que se metió a la segunda fase del torneo de manera milagrosa e inesperada. Luego de meter cuatro goles en los últimos 15 minutos del torneo, se ganó el derecho para jugar contra los Pumas, otro equipo que al igual que la mayoría tuvo un torneo inestable y con carencias.
Es cierto que la Liguilla pone un toque extra de intensidad, tanto en jugadores como aficionados. En el terreno de las aficiones, la de los “Tuzos” no se caracteriza por ser de gran empuje o ardiente durante la temporada regular, pero ayer estuvieron a la altura y si nos ponemos espléndidos diremos que dieron su extra, aunque en el balance se vieron superados por la porra visitante.
En el aspecto cancha, Enrique “Ojitos” Meza hizo una variante de inicio: poner dos puntas, cuando por lo regular sólo juega con Enner Valencia. A pesar de ello, el equipo se comportó de manera equilibrada. En el primer tiempo generó volumen de juego, lo que provocó un par de ocasiones claras que erró el conjunto local, incluyendo un penal, mantener el cero en su puerta fue prioridad. Decisión que al terminar el partido, el mismo técnico confirmó que con el cero a cero hubiese estado conforme.
Por su parte, Pumas mostró su mejor cara en el segundo tiempo. Los capitalinos tuvieron las mejores llegadas pero con nula certeza. Hicieron que Óscar “El “Conejo” Pérez se empleara al máximo. A pesar de salir ya casi con bastón, el veterano portero cumplió con una digna actuación, tan así que los Pumas ya parecían resignados con la derrota, pero como todo buen juego de Liguilla, tuvo una última emoción. Con tremendo zapatazo fuera del área, Javier Cortés le pegó de tres de dedos para colocar la pelota lejos, muy lejos de Oscar Pérez y compañía.
Al final el empate fue justo, los dos equipos propusieron, se intercalaron el dominio del juego, y a la par se conformaron con empatar, con lo que dejan las expectativas a tope de cara a la vuelta en Ciudad Universitaria.