Minutos antes de empezar el concierto, ya en las instalaciones del Teatro Metropolitan, escuché entre el público a un hombre preguntarle a su acompañante si creía que la gente estaría sentada en sus lugares o si estarían de pie durante el show. Solo bastó el anuncio de tercera llamada y las primeras notas emanantes de la guitarra de Eliut González para contestar la pregunta de este individuo. De principio a fin, la mayoría de los asistentes estuvieron de pie y cantando al unísono con Willy Rodríguez.

Cultura Profética se presentó el domingo 20 de octubre con su alineación principal más dos voces femeninas de respaldo y un trío de viento que consistía en un trombón, una trompeta y una flauta transversal, que rotaba por un saxofón dependiendo de la canción. Bajo este ensamble, nos regalaron ritmos bailables donde la columna vertebral era el reggae y sus extremidades eran el jazz, soul, ritmos latinos y rap.

Después de tres canciones, llegó el momento de que los cómplices del amor entre el público se hicieran presentes. No dieron ni la oportunidad de que se cantara el primer verso de “La Complicidad” para agarrar a sus parejas. A lo largo de esta canción se podía ver un sin fin de medias naranjas bailando al ritmo de Cultura Profética, susurrándose al oído, abrazándose, besándose y cantándose.

Al principio, la banda no se mostraba muy interactiva con su público, pero después de tocar sus primeras seis canciones, Willy Rodríguez agradeció a su público por “seguir dándoles la oportunidad de seguir disfrutando de esta energía”. La banda respaldó estas palabras abrazando el aire en dirección al público y continuaron con lo suyo.

El concierto siguió su curso, hubo una pequeña pausa previa a tocar una de sus canciones más conocidas, “Ilegal”. El vocalista boricua explicó que ésta, sin duda, era una de las canciones que más habían tocado y que nunca falta en sus presentaciones. “Se ha vuelto una tradición tocarla”, explica Rodríguez. “Después de tocarla durante 23 años puede ser aburrido tocarla y es por eso hacemos variaciones y tocamos versiones diferentes”, finaliza el frontman.

A lo largo del show, la banda rindió tributos a Al Green con su canción “Love and Happiness”; a Marvin Gaye con “La Espera”; a Roy Ayers con “Everybody Loves The Sunshine” y a Rawayana con “Sin Ti” de King Changó.

Antes de finalizar el show, Willy Rodríguez tomó la oportunidad para contarle al público un poco de su experiencia y la de la banda sobre su estancia en México, ya que radicaron en El Ajusco durante una temporada. Comentó que disfrutaban salir a caminar por esos rumbos, visitar los puestos de jugos de la zona y agarrar el pesero para moverse al estudio. Una pequeña risa sale de Willy y recuerda un día que los agarró la policía por comprar mariguana. Después de un rato de estar hablando con los oficiales, amenazaron con deportarlos si no “se mochaban”; sin otro remedio a la mano, cedieron. “Llegamos a casa sin dinero y con la mariguana, por la que nos habían detenido, en mano”, se rió el vocalista. Después de este suceso comenzaron a fumar y Rodríguez solo estaba sentando, contemplando el humo que subía en la habitación. Los versos empezaron a llegar por si solos y así nació “Sube El Humo”.

Finalmente, la banda le regaló a la Ciudad de México un encore de cuatro canciones. Este se formó de su más reciente lanzamiento “Caracoles”, su himno por excelencia “Saca, Prende y Sorprende”, el tributo a la banda venezolana King Changó y un palomazo jazzero. Saliendo del establecimiento, ya finalizado el concierto, solo se veían sonrisas que confirmaban había sido una gran noche.