Crónica por Daniela Carrillo Romero
Fotografías por Ana York
El 2 de octubre de 2015 se conmemoró el 47º Aniversario de lo sucedido en 1968: la matanza de Tlatelolco.
Como todos los años, estudiantes de diferentes universidades (en especial de educación pública) se dieron cita en la Plaza de las Tres Culturas. Trenes del metro llenos de jóvenes entonaban cosignas en su trayecto a la salida del metro Tlatelolco; muchos de ellos ni siquiera tienen un conocimiento certero de lo sucedido el 2 de octubre de 1968 a las 18:10 hrs después de ser lanzadas dos bengalas que dieron la señal de abrir fuego.
La marcha desde la Plaza de las Tres Culturas hasta la Plaza de la Constitución transcurrió de manera pacífica, desde la vanguardia hasta la retaguardia; la recorrí dos veces y, en la segunda ocasión, logré ver un grupo de muchachos encapuchados que supongo llegaron después de iniciada la marcha.
Se escuchaban las "Goyas" de la UNAM y los "Huelum" del IPN. Algo que este año cambió es que la vanguardia no era el Consejo Nacional de Huelga 1968 o el contingente Eureka, eran los padres de familia de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa el 26 de septiembre de 2014.
Me adelanté a llegar al Zócalo antes que los contingentes. Poco a poco comenzaron a llegar: primero el camión característico de los padres, familiares y amigos de los estudiantes de Ayotzinapa y después el Consejo Nacional de Huelga 1968 para el mitin. Luego llegaron los contingentes de las diferentes escuelas, facultades, asociaciones civiles, sindicatos, entre otros; el Zócalo comenzó a llenarse poco a poco. A las 18:10 horas se dio el discurso sobre lo que significa conmemorar el 2 de octubre. Se dio la palabra a los integrantes del Comité 68, abriendo el discurso con la consigna característica:
2 de octubre, ¡no se olvida! ¡Es de lucha combativa!
Y otras represenatndo a Ayotzinapa:
¡Porque vivos se los llevaron y vivos los queremos!
¡Ayotzi vive, la lucha sigue y sigue!
Solicitaron un minuto de silencio. Se realizó una comparación de los acontecimientos de Tlatelolco con los de Ayotzinapa.
“Ayotzinapa se parece porque en escencia el autor del crimen es el mismo...”
Mientras continuaba el discurso, un grupo de muchachos encapuchados comenzaron a lanzar cohetones, petardos y bombas molotov en la esquina de las calles 16 de septiembre y Pino Suárez.
Cada vez la agresión de estos sujetos encapuchados se volvía más intensa. Los policías antimotín solo contenían estos actos que, en realidad, sólo se realizaban en una esquina. Los medios de comunicación se enfocaron en las acciones violentas, mientras el Consejo 68 solicitaba que se mantuviera la calma y que no se respondiera a las agresiones.
“Cerremos filas, compañeros y compañeras, para no caer en las agresiones”.
Las personas comenzaron a correr en sentido contrario de la zona de violencia; los reporteros seguían cubriendo las agresiones y se olvidaban del discurso.
Les otorgaron la palabra a los padres de los estudiantes de Ayotzinapa. Ya se comenzaba a sentir un ambiente tenso, ya no se le ponía atención al discurso del mitin. Todo se tornaba caótico.
En ese momento decidí salir del Zócalo, caminé con mi amigo que me acompañaba rumbo a Eje Central. Chavitos con las caras cubiertas corrían desesperadamente rumbo al Zócalo.
Sobre la Av. Madero, me encontré un grupo de policías antimotín; las calles para poder llegar a Eje Central estaban cerradas, nos tenían sitiados en el primer cuadro de la Ciudad de México. La única salida era por la calle 16 de septiembre, seguían pasando grupos de policías en mi trayecto a un lugar seguro. Por fin logre llegar al Eje Central, el cual mi amigo me dijo:
“Pasando Lázaro Cárdenas es como llegar a Estados Unidos: de aquel lado no pasa nada”.
No es la primer marcha del 2 de octubre en la que he participado. Mi primer marcha fue hace dos décadas aproximadamente y siempre ha terminado en violencia. Hoy en día, con unos años más de experiencia, sé estos ataques no son originados por las personas de los contingentes. Es un grupo específico el encargado de disolver el mitin y restar importancia a los discursos; los medios de comunicación vuelven viral la violencia y crean miedo entre su público, que lo mira desde una pantalla de televisión o lo escucha a través de audífonos, tergiversando la realidad de la conmemoración. Resumen la marcha en imágenes de muchachos lanzando artefactos explosivos, siendo contenidos por las fuerzas públicas. El discurso mediático se vuelve juez de este tipo de actos al compartir a la sociedad una visión muy reducida de lo que realmente sucede.
Sólo un pequeño grupo de jóvenes (hombres y mujeres) son los responsables de que se pierda el verdadero significado de las marchas. Escuché muchas personas y familiares decir:
Pero ¡Qué ganas de ir a esas marchas, sólo van puros delincuentes y pandillas que van destruyendo la ciudad!
¿Para qué vas, si nada más te arriesgas a que te den un mal golpe o te lleve la policía?
Realmente el 99% de los asistentes son pacíficos, aunque no sepan realmente la historia en su totalidad, o sólo lo que se repite de boca en boca. Acompañan en su lucha a los que sí estuvieron ahí.
Al final del día el desastre solo duró una hora aproximadamente y todo volvió a su calma, a la normalidad, esa donde no pasa nada.
¡La lucha sigue y sigue!