Con un eje temático de adolescente incomprendido, el festival Raymondstock en su edición Junior llegó a esta ciudad repleta de ofertas culturales con un cártel más pequeño, con menos bandas, pero igual de potente que en años anteriores.
El Foro Indie Rocks fue albergue de una fiesta de barrio donde la diversidad musical se hizo presente, junto a pizzas de microondas, un vato haciendo hamburguesas en el patio y jóvenes con atuendos extravagantes llenos de SWAG, en una tardeada que se extendió hasta la madrugada del domingo.
Un problema de logística hizo que El Shirota diera inicio al festival, posponiendo la presentación de Papá Enojado al segundo acto. Ellos dieron un recital ante muy pocas personas, pero no fue impedimento para destrozar el escenario. No Somos Marineros completó la tercia de bandas rasposas con potentes riffs, creando una atmósfera oscura y emotiva. Nos hicieron recordar aquellos tiempos donde a todo lo que contenía gritos y guitarras violentas lo llamábamos emo.
Al paso de la tarde, los ritmos sensuales se iban haciendo presentes: el chileno Jamez Manuel llegó con rimas sobre chicas y fiesta, invitando a su paisana Mariel Mariel a poner un toque sexy y femenino al raquítico escenario que sólo tenía como escenografía un colgante gigante con el nombre del festival. La temperatura iba en aumento; Lao puso a bailar a un recinto saturado de jóvenes eufóricos que se movían desenfrenadamente. El lugar se calentaba para el inicio de PXXR GVNG.
“Los pobres” se mostraron muy sociales antes de su presentación, caminando y saludando a todo el público, sorprendidos de la popularidad que han ganado en tan poco tiempo. Su show fue el más candente de la noche; para ese entonces, la pista de baile estaba repleta, concentrando el calor en pocos metros cuadrados. Las chicas movían las caderas de sugestivamente, en ese baile tan cachondo y prohibido llamado perreo.
Un incidente en el público dio por terminado el debut de Los pobres en México: alguien arrojó un vaso con cerveza al escenario y se mojaron los decks del DJ. Se paró el show y la PXXR GVNG se bajó a buscar al culpable, pero todo se calmó de inmediato. Fue como si una tormenta hubiese apaciguado el fuego dentro del salón de baile, haciendo que los asistentes salieran al patio principal: comentaban que todo era un timo, que PXXR GVNG había hecho playback.
Para los actos finales de la noche se fue perdiendo el interés. Actos como el de Aurora Halal trataron de reanimar la velada sin tener mucho éxito; fue así como la noche se fue diluyendo poniendo fin a un festival lleno de contrastes, chavos de onda llamando chacas a otros, morras buscando el after y poca cerveza en la barra.
La casona de la colonia Roma fue testigo de un evento cuyo desenlace me recordó al final de la canción “Los 15 años de Espergencia” de Chava Flores: “No es que los corra, muchachos / Ya váyanse enfriando, me voy a acostar”, dejando un buen sabor de boca, pero con una resaca instantánea de lo que pudo ser una noche de desenfreno juvenil.
Por Gerardo Mora
Fotos por Daniel Hernández