Condenamos el clima de violencia contra el ejercicio periodístico y la libertad de expresión que existe en México y ha cobrado la vida de 126 periodistas desde el año 2000. Tan solo en este año han sido asesinados sin que se esclarezcan los hechos los periodistas Cecilio Pineda, Maximino Rodríguez, Ricardo Monlui, Filiberto Álvarez, Miroslava Breach y Javier Valdez. Asimismo, repudiamos las decenas de amenazas y agresiones a periodistas que regularmente ocurren en nuestro país sin que la autoridad responda de forma apropiada, como sucedió, por ejemplo, el pasado 13 de mayo con siete reporteros en la región de Tierra Caliente de Guerrero. El contexto general de impunidad en el país y el silencio de las autoridades ante los delitos de agresión, intimidación y asesinato de periodistas, que cada vez se perpetran de maneras más abiertas, descaradas y visibles, provocan que estas prácticas se multipliquen y se normalicen.
Esto hace pensar en una simulación burocrática y evidencia la falta de acciones eficaces por parte de todos los niveles de gobierno y del poder judicial. A pesar de las declaraciones aisladas condenando estos delitos o de la creación de fiscalías y procuradurías que han demostrado su ineficacia, en el fondo se revela una falta de voluntad política para esclarecer las verdaderas causas y razones de la violencia: la participación u omisión irresponsable de la propia clase política en ella.
El clima permisivo ante estas agresiones impunes hace que aumente la preocupación y la inseguridad en el gremio de los periodistas, en un contexto en el que el alto perfil y la visibilidad de los profesionales ya no es garantía de su seguridad. Prueba de ello es el asesinato de Javier Valdez, ganador del premio PEN en 2013 y del CPJ International Press Freedom Award en 2011.
El periodismo es un servicio a la sociedad no solo para dotarla de información relevante, oportuna y documentada, sino también para tratar de contrapesar los posibles abusos de los poderes hegemónicos (político, económico, empresarial, cultural) en favor de una ciudadanía que pueda tomar sus decisiones y formarse sus opiniones de forma más libre, crítica e informada. Solo así es posible el juego democrático.
Por ello atacar a la prensa significa atacar la médula misma de la democracia.
Exigimos a las autoridades nada más, ni nada menos, que cumplan con su deber: que de una vez por todas se haga justicia.
Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana
Programa Prensa y Democracia (PRENDE)
Dirección de Programas de Incidencia de la Universidad Iberoamericana
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