Cobertura Ambulante: 'Ningún vietnamita me ha llamado negro'

Cobertura Ambulante: 'Ningún vietnamita me ha llamado negro'

Foto vía: Cineteca Madrid

Foto vía: Cineteca Madrid

Durante los 60, el boxeador Muhammed Alí —nacido Cassius Clay— se negó a la conscripción mandatoria en Estados Unidos para pelear en la guerra de Vietnam. Alí citó que sus creencias religiosas (él era musulmán) no le permitían este combate, y sentenció la frase:

“El viet-cong no me ha llamado negro [nigger]”, para hacer énfasis en la verdadera pelea que él libró cada día como ciudadano afroamericano en los 60 y hasta el día de hoy: el racismo.

Este lacerante aforismo se convirtió en una icónica frase para el movimiento de los derechos civiles, así como para protestar mordazmente la guerra de Vietnam. La frase, por supuesto, es apócrifa. 

Foto vía: TUDN

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Alí jamás pronunció que “ningún vietnamita me ha llamado negro” o “nadie del viet-cong me ha llamado negro”. La frase que pronunció es en realidad un poco más cercana a “Yo no tengo ningún conflicto con el Viet-cong”. Nigger es un epíteto racial altamente ofensivo en la lengua inglesa, entonces la diferencia entre ambas es clave: una es un cuestionamiento y la otra esa una provocación. No obstante, lo importante aquí no es tanto la veracidad sino el impulso, cómo una sola poderosa frase captura tenazmente una perspectiva poblacional. La frase tal vez no es precisa con la realidad hablada, pero sí con la realidad social de Estados Unidos, en una guerra que lentamente perdían y —como suele suceder en eventos de violencia masiva— es la población marginalizada, en este caso la comunidad negra de Estados Unidos.

Foto vía: Ambulante

Foto vía: Ambulante

David Loeb Weiss, periodista y cineasta polaco radicado en Estados Unidos, era muy consciente de esta realidad, y por ello decidió filmar una protesta en 1968, donde la población negra de Estados Unidos protestaba el involucramiento en la guerra de Vietnam. Esta protesta es la columna vertebral de una de sus dos únicas películas, Ningún vietnamita me ha llamado negro. Weiss, buscaba ambos elementos de la frase apócrifa: cuestionar la legitimidad de esta guerra, apelando al profundo daño que genera en las comunidades menos favorecidas, pero también provocar directamente a la población cómodamente negligente y racista de Estados Unidos, mostrando directamente a las voces más violentadas por el conflicto. 

A través de cándidas entrevistas, interpuestas con otros diálogos con veteranos negros de la guerra, Weiss lleva a cabo un doloroso recorrido hacia las injusticias de un país donde unos son héroes y otros sólo son veteranos. A pesar de ser pura conversación y entrevista, la película es curiosamente dinámica gracias a que Weiss retrató perfectamente la tensión que ebulle en el corazón social de EUA,  y cómo finalmente esta es una película sobre un país que fracasó en proteger a su población, ya no se diga de un conflicto externo, sino de ellos mismos. 

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