Caminamos, caminamos y caminamos. Como un buen turista lo debe hacer para conocer una ciudad, nos adentramos en una parte mágica de Recife. La calle Boa Viagem nos presentó sus más preciados atributos. Ella vino con nosotros, la Brazuquita. Estuvo ahí tomando el aire y apreciando la vista de la que yo fui testigo. Primero, le pedimos a un taxista que nos dejara en el inicio de la calle y la costa de Boa Viagem. Subestimamos la distancia que tendríamos que recorrer a pie, suponiendo que sería algo muy sencillo y fácil de caminar. Interesante ya que a pesar de los kilómetros que recorrimos, nunca nos topamos con un comercio de comida o algún tipo de restaurante enfrente de la playa. Fue hasta el final que encontramos uno solo. Pero de inicio a fin, lo único que vimos fueron kioscos que ofrecen bebidas o algún pequeño refrigerio, pero no un restaurante como tal. Entonces fue caminar y caminar con la ilusión de encontrar un lugar donde ella y yo, pudiéramos encontrar un espacio perfecto para ver el primer partido de la jornada. Porque cabe mencionar que el juego entre Italia y Costa Rica se jugó aquí, en Recife en la Arena Pernambuco. Pero a pesar de ello y del tráfico que esto provocó, nunca pudimos encontrar un bonito restaurante donde relajarnos luego de la eterna caminata, para poder comer y tomar algo tranquilos. Fue entonces cuando un kiosco, con una mujer costarriqueña muy emocionada por el papel de su Selección, nos invitó a sentarnos y a ver el juego desde uno de los bancos más incómodos que me he sentado. Dos horas ahí, con cervezas y botana, con un mar y arena hermosos, que casi lograron que el asunto del banco se nos olvidara a la Brazuquita y a mi. Pedimos un jugo de Guaraná y Banana, ¡qué cosa! Una verdadera delicia aquél jugó. Tanto ella como yo lo disfrutamos como pocas cosas, lo gozamos de una manera especial. Ella al verme y yo al tomarlo. Nos seguimos caminando cuando nos topábamos con jóvenes haciendo deporte, a diferencia de nosotros que veníamos abotagados de comer y tomar un poco, ahora en busca de un lugar donde ver el segundo juego. Fue un algo parecido a una cata de comida y bebida en Recife. Y fue ahí, donde al fin llegamos a comer un delicioso pescado con batatas (papas fritas), acompañado de una cerveza. Fue ver el descalabro de Suiza por 5-2 sin piedad alguna. Fue un día perfecto para probar las artes culinarias y de goce para ella y para mi. Fue un día de transformar nuestros apetitos en una caja de recuerdos.