Rami Malek: el avatar perfecto para Freddie Mercury
"Un chico de apellido Bulsara, nacido en Zanzíbar, se une a unos ingleses que tenían una banda llamada Smile; el grupo cambia de nombre a Queen y se vuelven súper exitosos, hasta que el cantante muere a causa del SIDA".
Esta es la historia que la mayoría sabemos, seguramente porque la hemos leído en alguna publicación o escuchado en algún programa al aire… o tal vez, algunos afortunados entrevistaron a la banda y se enteraron de primera mano. Las canciones ahí están a nuestro alcance, ya sea registradas en su discografía o en YouTube. Entonces, ¿por qué pagar una entrada para ver una película llamada Bohemian Rhapsody, sobre un tema tan conocido?
Hasta hace algunos días, bastaba ver al carismático Rami Malek en los avances de la cinta para emocionarse, aunque solo fuera con la idea de ver en pantalla el chisme de un personaje de la vida real como lo era Freddie Mercury. Ya en el pasado, los grandes cineastas Oliver Stone y Anton Corbijn nos contaron las historias de otras víctimas prematuras del rock, como Jim Morrison e Ian Curtis. Así que hay varias razones para verla: fanatismo por la banda, interés histórico o simple amarillismo. Y en cualquiera de esos aspectos, la cinta cumple con las expectativas.
Desde que Freddie murió en 1991, se había coqueteado con la idea de llevar a la pantalla la vida de la estrella. Una de las preocupaciones principales era el manejo que se le iba a dar a su homosexualidad. Hasta ese momento, ninguna estrella de rock había muerto por SIDA, y hace 27 años, el simple planteamiento del asunto podía terminar en una polémica desastrosa.
Afortunadamente, algo que no se había previsto en ese 1991 era que iba a aparecer algo llamado internet y, con ello, se iba a gestar una nueva apertura y tolerancia hacia las preferencias sexuales de las personas (claro, aún hay camino por recorrer); así que, en ese aspecto, la película logró librar el difícil obstáculo y salió en un momento perfecto, en el que además ―precisamente por la proliferación de redes sociales―, las bandas actuales tienen poco impacto y los jóvenes están volteando hacia la música que escuchaban sus antepasados.
Es cierto, al verla, los coleccionistas empedernidos brincarán por las imprecisiones: "Fat Bottomed Girls" no salió antes de 1975, Freddie todavía no usaba bigote cuando se compuso "We Will Rock You", y John no cantó en "Bohemian Rhapsody"… detalles que cualquiera que haya participado en la adaptación de alguna obra, comprenderá (por cuestiones de impacto, lenguaje cinematográfico, momento, y demás sutilezas). Otros, más clavados, criticarán el manejo superficial de la sexualidad de Freddie… aunque no se trate de una clase de psicología, sino de entretenimiento masivo.
Entonces, ¿qué es lo que sí nos ofrece Bohemian Rhapsody? Emotividad. ¿Cómo reaccionaría un fan de Queen al ver a Freddie salir del consultorio?, ¿qué cara pusieron Brian, John y Roger al enterarse que Freddie iba a morir?, ¿a quién de los cuatro no le gustaba bailar?, ¿qué tan fácil o difícil fue para Queen ser parte del Live Aid? A estos momentos intensos, sensibles o graciosos, se suman los guiños de complicidad para los fans: la gatita Delilah, las chicas en bicicleta, el disfraz de rey con corona, o la alusión a "extender las alas".
Bohemian Rhapsody es congruente con la finalidad de Queen como agrupación: entretener (a pocos días de su estreno, las ganancias ya triplicaron el gasto del presupuesto). Y a pesar de que, por ese mismo enfoque, pueda considerarse un trabajo sin profundidad ni pretensiones artísticas, no sería ninguna sorpresa que Rami Malek se llevara el Oscar por su atinada y memorable interpretación. A final de cuentas, su nombre ya ha quedado inscrito en letras de oro junto al de los demás integrantes de la banda.