BEAK en Foro Indie Rocks: donde necesitábamos estar
Por José Arturo Flores Martínez
Toda la maquinaria musical del aclamado grupo británico BEAK, se hizo presente la tarde del jueves 15 de junio en el recinto musical del número 39 de la calle de Zacatecas en la colonia Roma, conocido como el Foro Indie Rocks. Alrededor de 1,500 fanáticos se dieron cita en el lugar ubicado al centro de la ciudad para deleitarse con el recital de la agrupación originaria de Bristol, Inglaterra, quienes ofrecieron un concierto de aproximadamente hora y media
¿Qué sorpresa podría brindar este monstruo de 9 millones de habitantes llamada CDMX, un jueves cualquiera?
Este secreto sería revelado al fin. Bajo la consigna del festival Hipnosis llegó una mágica noche de sonidos ambient, hipnóticos y obscuros, con un dueto mexicano Mirror Revelations, integrado por Gabriela Alcalá y Alam Castillo, quienes nos regalaron piezas de rock, psicodelia y tintes experimentales del más fino shoegaze, con pinceladas de noise aletargado e inquietante con su corte “Luvina “. Todo apunta a que éste será la punta de lanza de su próximo álbum debut, que seguramente nos llenará los oídos de ese particular sonido rebelde y personal. “Aura” y “Ficción” fueron parte también de este trance auditivo que no tuvo desperdicio de energía e interpretación sonora; un espectáculo en vivo poderoso y a la vez melancólico. La noche siguió su curso y el turno entonces llegaría para nuestro platillo principal.
Si alguna vez te has preguntado a qué sonaría un experimento con músicos de Portishead, Robert Plant y MXLX en un balance perfecto, la respuesta es esta: BEAK. Éste proyecto nació en Bristol Inglaterra de la mano de Geoff Barrow (Portishead), Billy Fuller (Robert Plant’s Sensational Space Shifters) y Will Young (MXLX). Esta poderosa fusión de rock experimental, noise y neo-psicodelia puso bajo su influjo al respetable público: una muy comprometida base de fanáticos que coreó cada una de las sólidas piezas que emanaron de los ritmos casi primitivos de la batería de Barrow, los acordes psicodélicos de Fuller y las extrañas pero enervantes secuencias que Young soltaba desde sus sintetizadores, teclados y máquinas secretas.
El ambiente se llenó de ese característico olor mezcla de pasión, alcohol y espíritus de la música que acompañaron al resto de la velada. El intercambio de miradas entre varios de los presentes fue inminente y los ritmos de los protagonistas que crecieron poco a poco ayudaron a que esa mágica noche, fuera aún más especial para todos y todas, la parte que a ellos correspondía se cumplió perfectamente .
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“Kosmik musik”, “The seal”, “Oh know”, “Sex music” dieron material para la danza personal, la introspección, un gesto romántico o simplemente al trago frío y amargo de la cebada.
La noche nos llenó con deliciosa armonía psicodélica. Llegaba pues, el tan temido encore al grito de la audiencia de “¡Otra! ¡Otra! ¡Otra!”. Barrow anunció que esa era la última canción de la noche… ¡Mentira vil! Pues al menos regresaron otras dos ocasiones. Llegó entonces la multi aclamada “Yatton”; un himno de poco mas de 5 minutos que deja la sensación de estar en una sesión de hipnosis colectiva. “Blagdan Lake” se hizo presente para el segundo y último encore, cuando de pronto, un grito de guerra urbano chilango se hizo escuchar. ¡Exacto! La famosa grabación de los perifoneos emitidos por camionetas que compran “colchones , tambores, refrigeradores, etc”, audio suigéneris que fascinó a los músicos desde que la escucharon la primera vez en calles de la ciudad de México y el intro perfecto para “Life goes on”. Esta fue la penúltima, ecléctica y urbana pieza del recital, después “Battery point” puso fin al letargo unificado. Nuestra homilía de jueves en las que los maniáticos acordes del grupo de Bristol fungieron como pastores y el Foro Indie Rocks como templo de expiaciones de demonios varios había terminado.
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La noche llegó a su culmen a eso de las 11:25 pm y fue la hora de retirarnos en paz, profundamente conmovidos por lo que acabábamos de presenciar. Las palabras de Geoff Barrow resonaban en el público aún incrédulo: “No entendio cómo un grupo que solo iba a tocar para nosotros mismos, ahora tenía fans en todo el mundo”. Es esa mágica cuestión en que la música no se controla cuando viene del alma, las fronteras no importan. Música así es la que hace falta en el mundo, honesta y poderosa. Como dicta un viejo adaggio de Fabrizio Caramagna, al hacer analogía con la música y el agua:
“Quizá la vida es como un río que va al mar. No ha ido donde creía ir, pero ha acabado dónde necesitaba estar.”