"At least not today...": La noche que no canceló Noel Gallagher

Lo que se supone que sería la segunda noche, fue la única. Terrible para algunos, maravilloso para otros. Como todas las cosas de la vida, los que estábamos ahí no nos preocupábamos mucho por los cientos de personajes enojados en redes sociales por la cancelación del día anterior. Y una vez más se puede recalcar que: estábamos ahí. En el Metropólitan. A punto de ver a The Chief y su banda hacer lo que mejor saben hacer, tocar sobre el escenario.

Oasis fue una banda crucial para entender los años 90. La contraparte “brillante” del grunge. Y no digo brillante para entenderse como “mejor”, sino como dotada de un espíritu diferente. No era algo sombrío. No encumbraban la miserabilidad por la que muchos adolescentes pasan en los años definitivos para entender lo que será de ellos en la vida adulta. Ellos disfrutaban de un buen paquete de cigarrillos y una buena copa de alcohol como si fuera lo único que de verdad importara. Querían ser rockstars, y lo lograron. Quién dude de su grandeza tan sólo debe informarse sobre lo que fue Knebworth o Wembley, ahí quedarán sepultadas las dudas sobre Oasis.

2009 fue el año que los vio partir. Algo que ya se veía en el horizonte como un desastre inminente —los Gallagher son el extraño pero común fenómeno del odio/amor entre hermanos— sucedió por fin. Y aquéllos que cantaban “Live Forever” se disolvieron para dar paso a los proyectos personales de cada uno. Por un lado, Beady Eye, comandados por Liam. Por el otro, los High Flying Birds, dirigidos por Noel.

https://www.youtube.com/watch?v=xrWzcShQaQg

Para Liam habrá otros muchos tratados. Hoy nos ocuparemos de Noel. La mente maestra detrás de Oasis —exceptuando “Songbird” o “I’m Outta Time” y, ya muy condescendientes, “Little James”— es una voz inconfundible. Una ya perpetuada. Se le puede acusar de muchas cosas: petulante, copiador de riffs, simplista o, reitero, insoportable. Pero, algo de lo que carece Noel Gallagher, es de mediocridad. Para bien o para mal, alguien hablará de él. Y a final de cuentas el mundo del rock necesita de estas figuras. Necesita que las grandes bocas que ataquen nuevamente —(Moz¿?). Por suerte, Noel parece no defraudar, no es tibio ni se ablanda con el tiempo y sí, sigue haciendo música.

Sin pronunciar una palabra, Noel salió al escenario y se puso a tocar. “Do The Damage” del Chasing Yesterday nos recordó que veníamos a ver a un artista en la presentación de su nuevo disco y, si bien nos iba, tendríamos algunas probaditas de los clásicos. “(Stranded On) The Wrong Beach” trajo las memorias del debut de los Flying Birds. Qué buen disco aquél. Y si bien Chasing Yesterday tiene momentos brillantes, por momentos parecería más una recopilación de los lados B que no se incluyeron en el primer material. Noel suena inconfundible, pero a veces abusa de las mismas técnicas. Pero, bah, a quién le importa cuando lo tienes enfrente con su Gibson ES-335 en rojo, a la usanza de Johnny Marr.

El cuarto tema fue el primero que trajo los recuerdos. “The dreams we have as children fade away, away…”, cantó Gallagher con una guitarra acústica. Y luego, una de las más coreadas de la noche, el sencillo matador que suena ahora en los reproductores “In The Heat Of The Moment” resonó bien en el Metropólitan, para demostrar que no sólo se puede vivir de viejas glorias, sino de nuevos intentos de crear clásicos.

https://www.youtube.com/watch?v=FIIZnZ-pgDI

En algún momento, Noel pronunció un “Muchas gracias, thank you very much” y el foro explotó. Pues sí, eran las primeras palabras que nos dirigía, además de las letras de canciones, claro está. No se le veía del todo complacido. Probablemente la enfermedad sí fue algo a considerar, pero a pesar de todo, con el público se mostraba todo lo cálido que un Gallagher puede ser, aunque sin sus característicos comentarios o bromas. Nada espectacular, nada para lamentar. El show debía continuar.

Adelantemos un poquito el cassette hasta otro momento mágico. “Where were you while we were getting high?” ya es una frase memorable, así como “Champagne Supernova” y Noel la cantó. Si bien no fue la épica balada electrónica potente y llegadora, sí fue una interpretación más bien íntima y semi-acústica, y el efecto fue ensordecedor. Cómo no, con tremendo temazo del que probablemente es el disco más celebrado de Oasis. Despuecito, así como que no quiere la cosa, otro trancazo. Llegador. Directito a la nostalgia. “Whatever” nos dio las alas que una bebida energética promete pero nunca cumple. Sustancias más, sustancias menos, algunas veces los acordes son suficientes para no estar aquí y no estar allá, pero estar justo en tu lugar.

Antes de tocar “The Mexican”, Noel explicó que hace como un año escribió la canción y no podía decidir qué nombre darle, al final, terminó por nombrarla en nuestro honor. “Digsy’s Dinner” nos antojó una inexistente y añorada lasaña y después de hacerle un hoyo al Sol con “If I Had A Gun”, Noel bajó del escenario.

https://www.youtube.com/watch?v=r8OipmKFDeM

Aplausos.

Y volvió a subir.

Punto y aparte. Lágrimas. Manos al aire. Agradezco de antemano su generosidad, señor Noel, porque cuando regresó con “The Masterplan”, todo el Metropólitan —incluyéndome— se disolvió para hacernos uno mismo. Qué grandiosa canción. Tan grande como alguna vez lo fue su banda, Chief. Ahí bien se pudo haber terminado el concierto, después de una sublime fusión de voces y cuerpos, pero no fue así y qué bueno que no fue así, porque lo que vendría también sería inefable. “AKA… What a life!”, lo que fue el sencillo más exitoso del debut de los Flying Birds sonó brutal, pero era momento del cierre. Todos sabemos qué viene con el cierre. La canción para Sally. Entre realidad y ficción se cantó “Don’t Look Back in Anger” para matar a la noche.

Fin. De repente estábamos afuera, entre la gente, caminando hacia la Avenida Juárez para tratar de atesorar ese “At least not today…”

¿Y ahora qué sigue para la FEMEXFUT?

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