Este año fue marcado por la visita de dos pilares del rock alternativo de los años 90, Soundgarden en junio y Alice In Chains el pasado 5 de octubre en el José Cuervo Salón; dos grandes oportunidades para sentir nostalgia por esa era dorada de jeans rotos y camisas a cuadros. La visita de Cantrell y compañía solamente se puede describir con una palabra: Sorprendente. Desde el momento en que se anunció la presentación, hasta el ultimo acorde del concierto. Afortunadamente la banda salió 20 minutos más tarde de lo marcado, dio tiempo para que los miles de asistentes llegaran puntuales a la cita que esperaron desde hace más de 20 años. El pequeño recinto estaba casi lleno y el negro predominaba entre los asistentes, una que otra playera de Mudhoney y Soundgarden nadaban entre la multitud. Entonces, al igual que en albúm Dirt (1992), la noche arrancó con “Theme Bones”; Mike Inez lanzó las primeras sonrisas entre la gran melena que siempre lo ha caracterizado mientras Jerry Cantrell, detonaba las primeras notas de “Damn That River” —en aquel momento aun pensaba que el recinto le quedaba muy pequeño a la banda—. El público, entregado totalmente, acompañaba a la banda con gritos incesantes (¡Hey, hey, hey!) y William DuVall empezó a mostrar grandes dotes de frontman. “Por fin Alice In Chains está en México”, dijo DuVall; esta frase demostró que la banda estaba muy contenta de estar en nuestro país y que estaban dispuestos a entregarse de la misma manera en que lo hacia cada fan. El lugar ya retumbaba al máximo y se sintió como la atmósfera cambió de tono, se percibía ese color de los noventas, como si estuviéramos en el surgimiento del grunge —el recinto quedó perfecto para este encuentro, íntimo y colosal a la vez—.

La nostalgia desbordaba en cada asistente y a esto respondió un Cantrell sombrerudo con “Man In The Box”. Aquí todos estallamos, un riff poderoso por excelencia y la batería explosiva de Sean Kinney, hicieron saltar a todo mundo; la euforia que DuVall provocó fue tanta que Inez tuvo que pedir al público que retrocediera unos cuantos pasos, era una locura total. Lágrimas de felicidad y emoción, se asomaban por esos ojos que habían anhelado tanto ese momento y esto aumentó cuando “We Die Young” hizo gritar a cada individuo; DuVall consiguió ganarse al público de una manera sorprendente. Se agitaron los puños una y otra vez para después entonar a una voz “Nutshell”, llegaba el clímax de la noche, la guitarra de Cantrell era simplemente excelsa. Kinney dejo ver su virtuosismo y arrancó “No Excuses” —las voces de Jerry y William se mezclaron de una manera asombrosa—.

Para cerrar el primer capítulo de este épico encuentro, Alice in Chains deleitó con un éxito más a sus fieles seguidores, “Sludge Factory” mandó a descansar brevemente a la banda mientras el público los ovacionaba (¡Alice!, ¡Alice!, ¡Alice!, ¡Alice!). Al regreso, el grupo proveniente de Seattle, encontró un José Cuervo Salón incontrolable, nadie podía ocultar tremenda felicidad. Después de desgarrar las voces con “Down In a Hole”, las últimas gotas de energía corrieron con “Would?”; el público pedía más y más a pesar de tremendo setlist, era imposible saciar la espera de tantos años. Esta cita acabaría con “Rooster”, que exigió el grito aguardientoso de cada asistente, mismo que ayudó a cerrar esa noche monumental de una manera mágica.

Al final, nos quedamos con ganas de unas cuantas rolas más pero, fue la medida exacta para saber que Alice in Chains es una banda emblemática y que esperamos un pronto regreso. Es inevitable pensar en la ausencia de Layne Staley, con el conocimos todos los éxitos de esta banda y atrajo las miradas de millones en todo el mundo; pero a pesar de esto, fue un concierto inolvidable, privilegiados todos los que tuvimos la oportunidad de estar ahí. Con un guitarrista único en su especie, un bajo poderoso, la batería de Kinney contundente y la sorpresa de la noche, William DuVall, sabemos que la espera valió la pena y momentos así, solo se dan cada 26 años.