“En tu vida conocerás muchos tontos. Si te hacen daño, recuerda que es porque son estúpidos. No respondas a su crueldad. No hay nada peor que la amargura y la venganza”
Abuela de Marjane
Imagina que conseguir música fuera el equivalente a comprar drogas en un callejón, que ir al supermercado signifique un acto de libertad en su máxima expresión, que no pudieras darle la mano a tu pareja en público a menos de que estuvieran casados. Suena absurdo, ¿verdad? Estas fueron algunas de las situaciones por las que pasó la historietista y directora Marjane Satrapi.
Ella plasmó su vida en una novela gráfica llamada Persépolis publicada entre 2000 y 2003. El éxito fue tan abrumador que en 2007 se estrenó su adaptación cinematográfica homónima, la cual Marjane dirigió junto al francés Vincent Paronnaud. "Su historia inició en Teherán a finales de los años setenta. Satrapi, una encantadora y adorable niña, creció en medio de un clima represivo y autoritario donde la tortura y asesinatos eran pan de cada día.
Persépolis es una cinta autobiográfica donde la crudeza de las situaciones presentadas contrasta con una protagonista fascinante y revolucionaria. Un ícono para las mujeres que alzan su voz y que lejos de mostrarse perfectas, nos dejan ver sus miedos y sus errores.
“Muestra tu dignidad y tu integridad”
La inestabilidad política en Irán es moneda de uso corriente, intolerancia y dolor son, desgraciadamente, dos conceptos cotidianos. Con el triunfo de la Revolución Islámica se incrementó el terror y Marjane fue enviada a Austria donde pasó su adolescencia rodeada de la “decadencia occidental”. Ahí, ella es libre, puede escuchar la música que quiera, ir a fiestas sin que la persigan, vestir como guste y explorar su sexualidad.
Sin embargo, sus “amigos” en Viena le hacen ver la frivolidad de esta “vida segura”. Mientras ellos toman una postura nihilista y hablan de lo absurdo que es vivir, ella ha visto a su país lidiar con la muerte por conservar su libertad. Durante su estancia en la ciudad europea se enamora por primera vez, pero la desilusión causada por una infidelidad es tan devastadora que ella termina viviendo en las calles y enfermándose, al grado de estar cerca de la muerte.
Es increíble que alguien tan valiente y que sobrevivió a una guerra sin tregua, casi muera por un amor banal. Consciente de esto, Marjane decide volver a Irán. ¿Qué pasa cuando vuelves a tu país y el sentimiento no cambia?
La depresión fue profunda, la opresión seguía ahí pero Marjane encontró refugio en el arte. Gracias a sus dibujos pudo contarnos sus ideales, inspirarnos y mostrarnos una realidad que para muchos era desconocida. Es una lástima que tuvo que hacerlo lejos de su hogar y de sus seres queridos. La libertad tuvo un precio y ella tuvo que refugiarse en Europa de nuevo, esta vez su madre le prohibió volver. Irán no era para ella.
Esta vez, llegó a Francia, donde conoció a David B., dibujante que se convirtió en su mentor. Ahí publicó sus primeros libros, la popularidad de los mismos hizo que se tradujeran del francés al inglés y ahora Persépolis goza un estatus de culto. Marjane continúa viviendo en París y ha dirigido otras películas —no animadas—, la más reciente es The Voices (2014).
“Nunca olvides quién eres ni de dónde vienes”
Es difícil ser extranjera, más cuando vienes de un país que te estigmatiza como salvaje, violenta y fanática. Sin importar los años que han pasado desde lo que Satrapi vivió, la xenofobia sigue más vigente que nunca; en lo que va de 2017 los ejemplos son abrumadores: Trump, el Brexit, las actitudes intolerantes hacia los refugiados sirios. México no es ajeno a esto, la discriminación de mexicanos hacia la población de Centroamérica y a sus mismos pueblos indígenas es una realidad latente.
A diez años de Persépolis y bajo este contexto, cala hondo ver las escenas donde hay asesinatos, violencia o intolerancia, temas tan cotidianos en algunas partes del mundo que la gente simplemente vive con un sentimiento de impotencia y desesperanza. No obstante, —como Marjane— siempre podemos cantar “Eye of the Tiger” para ponernos de pie después de alguna derrota, salir a hacer lo que amamos y levantar la voz cuando algo no nos parece justo, porque siempre tenemos una opción que no es egoísta. Siempre habrá enseñanzas de la abuela y cisnes de pan.
Más allá de la bella animación en blanco y negro y el deleite cinematográfico, esta es una historia honesta, que viene del corazón. Si fue el premio del jurado en Cannes o perdió el Oscar contra Ratatouille, Persépolis, –como la abuela de Marjane– está ahí para que no olvidemos nuestras raíces, tengamos memoria y digamos con orgullo de dónde venimos y qué es lo que nos ha formado como personas.
Como Marjane deberíamos cumplir esa promesa.