#8M Cuando marchamos armadas de amor, justicia y jacarandas
Cada mujer tiene sus propias razones para salir a marchar, para algunas es el miedo, para otras es la igualdad; sin embargo, para muchas otras implican nombre y apellido. “Vivas se las llevaron, vivas las queremos”, gritaban entre tonos de verdes y violetas las marchantes que hacían historia desde avenida Reforma.
El sol se coronaba sobre la Ciudad de México, este 8 de marzo del 2022, acompañando a las protestantes por su recorrido, quienes llegaron desde distintos puntos, a partir de las tres de la tarde. Acomodadas por contingentes, mujeres con distintos contextos e historias se unían por un mismo fin: exigir justicia por la vida de todas las compañeras. Los pies de alrededor de miles de participantes avanzaron hasta el Zócalo de la capital guiadas por las jacarandas que les señalaban el camino.
La marcha estuvo cargada de sabores agridulces, por un lado la alegría y fuerza de protestar todas juntas generaba una sensación energizante, pero el dolor y el miedo tan común entre nosotras, nos obligaba a gritar más fuerte. Pues a pesar de haber pronunciado tantos nombres de mujeres desaparecidas o asesinadas, sigue la sorpresa y el enojo de encontrarse con un nuevo nombre. “¡Te buscamos!” decía la playera que portaba el grupo de personas que se manifestaba por la desaparición de María Galván Palafox, de quien no se sabe nada desde el pasado 7 de enero del 2022.
El Ángel de la independencia, ícono de la capital, observaba la unión de las mujeres desde las barreras que lo protegían de la protesta. Aún así, no detuvo que las asistentes grafitearan y golpearan sus muros al tono de “somos malas, podemos ser peores. Y a quién no le guste, se jode, se jode”. En esta misma glorieta, un grupo de participantes con bongos y otros instrumentos tocaron con ritmos para bailar, mientras cantaban “¡no se va a caer, lo vamos a tirar!”, refiriéndose al patriarcado.
Éramos tantas mujeres, que se hacía difícil avanzar, por lo que un colectivo aprovechó estas paradas para romper una piñata tradicional mexicana con anotaciones que denunciaban al patriarcado, violaciones, discriminación y abusos. Se formó un círculo alrededor de la piñata donde cantaban: “el patriarcado es muy malo, es muy malo, se parece al capital”, una modificación a los cantos tradicionales para romper las piñatas.
Los drones y helicópteros que monitoreaban la marcha desde las alturas, fueron testigos de la contagiosa fuerza violeta que inundaba las calles. El día previo al Día Internacional de la Mujer, el presidente Andrés Manuel López Obrador había advertido que las mujeres se estaban preparando con martillos, marros, y bombas molotov para mostrar a un “México en llamas” y dañarlo a él y a su política de transformación; sin embargo, la única arma que llevábamos era nuestra voz y el amor entre mujeres.
Fotos: Vanessa Torres
Gritos de apoyo resonaron en avenida Reforma mientras un colectivo que marchaba por mujeres desaparecidas y víctimas de feminicidio se hacía espacio entre todas las asistentes. Al ver a las madres, amigos y familiares de las víctimas avanzar hacia la Plaza de la Constitución capitalina, la manifestación de justicia en sus ojos tristes reafirma el miedo de, algún día, tener que marchar en ese grupo con la foto de alguna hermana. Y es que, tan solo en enero de este año, fueron registrados 75 feminicidios en todo el territorio nacional, de acuerdo con fuentes oficiales.
La marcha continuó por la Glorieta de las Mujeres que Luchan, donde se escuchaban gritos por las que ahí estábamos, por las que nos quitaron y por las que vienen. Entre flores, arte callejero, lágrimas y humo morado se conmemoraba la lucha histórica de las mujeres.
Alrededor de la estatua “El Caballito”, se entonó “Canción sin miedo” de Vivir Quintana, un himno indispensable en la lucha feminista. Se percibía escalofríos, inspiración y empoderamiento para quienes lo presenciamos.
El gobierno de la Ciudad de México desplegó un operativo de 3 mil agentes mujeres de la policía para la seguridad y contención de la protesta. Las oficiales cubrieron la Alameda Central, el Hemiciclo a Juárez y el Palacio de Bellas Artes hasta el Zócalo. Algunas se unían a los contingentes y otras repetían las consignas desde sus lugares. La presencia de la policía no inhibió la lucha de ninguna forma: colectivos de cine gritaban por igualdad en la industria, los universitarios, como el de la Universidad Nacional Autónoma de México, pedían justicia en su campus; otras abogaban por el derecho al aborto: “saquen sus rosarios de nuestros ovarios, señores funcionarios no van a controlarnos”.
Avanzando por la concurrida avenida 5 de mayo, periodistas, activistas, madres, amigas, profesoras y hermanas avanzaban hacia el punto final: el Zócalo, donde las esperaba un Palacio Nacional amurallado y protegido por policías.
Todas tenemos una lucha propia por la cual marchar, y cada 8 de marzo las mujeres nos acompañamos y abrazamos esas luchas. Juntas celebramos el espacio ganado y gritamos por lo que nos falta ganar. En las calles, en los medios o en nuestras trincheras: somos históricas.