1983

Por Re Esteva  

Es raro que una década se parezca demasiado a la anterior; si acaso roba elementos de otro tiempo, seguro lo hace de épocas que la generación en turno no recuerda. Si se compara objetivamente el 2013 con las últimas décadas del siglo anterior, no es difícil llegar a la conclusión de que aunque el ’83 sea un año más lejano que ‘93 en un sentido temporal, es irónicamente más cercano si se habla de estilo.

¿Qué define musicalmente a los ochenta? Diversidad: la formación de legendarias bandas de glam metal como Def Leppard, el reinado de famosas estrellas pop como Madonna y el nacimiento de bastardos indie/post-punk de sangre azul. Entre estos últimos, algunos lanzaron grandes creaciones en 1983 que pasarían a ser parte importante de la historia musical: Echo & The Bunnymen con Porcupine, New Order con Power, Corruption & Lies y Violent Femmes con un álbum debut homónimo. 

 

 

Con la nueva música nacida de la era digital y las mutaciones de géneros ya establecidos desde hace varias décadas, los ochenta y la época actual tienen en común su gran variedad sonora. Ahora, es entendible que la música se haya diversificado tanto por la aparición de Internet y los softwares de edición; pero en los ochenta, ¿cómo es que fue posible la aparición de estilos tan distintos entre sí? Probablemente lo fue porque a pesar de que no existía el Internet, los ochenta sí se recuerdan por la experimentación con tecnologías e instrumentos –como sintetizadores o baterías eléctricas– que eran relativamente nuevos en ese entonces.

Hay otro detalle muy curioso que liga a los ochenta con esta época: varios artistas que eran poderosos en los ochenta y que sacaron enormes releases en ese tiempo, han regresado a la escena. David Bowie –que este año volvió con The Next Day– lanzó en ‘83 Let’s Dance, que es por mucho uno de los mejores materiales de aquella década. Todo un éxito, el disco se fijaría en el primer lugar de diversos charts y se volvería Platino en distintos países por el gran número de copias que vendió.

 

 

De pantalones acampanados a la ropa ajustada con tintes neón, del disco al post-punk, y de Chinatown a The Shining, la década de los ochenta fue en general, una de cambios. Sí, la metamorfosis y la versatilidad son lo que une a 1980 con el presente, pero la diferencia está en que si hoy en día el constante cambio sucede casi como por inercia, hace veinte años se daba de una manera más consciente y pre-fabricada. Tiene sentido, pues algo así fueron los ochenta; una serie de ideas y elementos pre-fabricados que sólo podrían completarse con la mezcla de esas piezas y la imaginación de alguna poderosa –y a veces torturada– mente humana.

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