Por Sahib Ramírez García
El pasado 18 de enero el Colegio Americano del Noreste ubicado la ciudad de Monterrey, Nuevo León, fue el epicentro de una de las noticias más trágicas e inauditas en la historia de México. Un atentado de muerte cometido por un joven de 15 años en pleno salón de clases, hacia tres de sus compañeros y una maestra.
Este hecho -nunca antes visto en su dimensión- dejó al descubierto la falta de tacto por parte de las autoridades, medios de comunicación y usuarios de redes sociales; la desatención en materia de prevención de la violencia y una descomposición social que ha permitido a los niños, jóvenes y adultos, el contacto directo con armas de fuego.
Para Erick Fernández, coordinador de la licenciatura en comunicación de la Universidad Iberoamericana (UIA), lo que millones de espectadores pudieron presenciar en las distintas plataformas electrónicas, es el sello distintivo de los procesos comunicativos en este Siglo XXI, fundamentalmente en las redes sociales, donde se debe valorar, además de la información, el uso que se le da; y en segundo lugar, el trabajo de los medios tradicionales, donde la ética y la revisión de protocolos falla.
Con mayor frecuencia el periodismo escasea y la “curaduría de contenido” gana terreno en los corporativos informativos, quienes en actitud -parasitaria- se mantienen vigilantes de las redes sociales ante cualquier oportunidad que les pueda generar visitas a sus sitios web, atina a decir el periodista Marco Lara Klahr, director de Programa de Medios y Justicia, del Instituto de Justicia Procesal Penal y Defensor de la Audiencias de Ibero 90.9.
Otro de los puntos a destacar, explica Lara Klahr, fue la poderosa participación activa de la ciudadania al cuestionar el manejo mediático desde las instituciones y los medios corporativos; “lo que tiene que hacerse también desde el periodismo es problematizar las razones estructurales que están produciendo este tipo de hechos, […] además de que no hay verdadera política de prevención de la violencia”.
Dentro de los desatinos ocurridos en la cobertura informativa, Aldo Fasci, vocero de Seguridad de Nuevo León, en un claro desconocimiento de la ley, durante un “chacaleo”, reveló los datos personales de las víctimas y del menor agresor, con lo que se contraviene el artículo 20 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en los apartados B y C, ambos en su fracción V, donde queda expresa la obligación de las autoridades de resguardar la identidad y otros datos personales de las víctimas y testigos cuando sean menores de edad.
Lo que la sociedad mexicana atestiguó fue una suma de factores como: el estado mental del joven, la descomposición social, la falta de atención por parte de los padres y la etapa de adolescencia, refiere Óscar Galicia, académico del Departamento de Psicología de la UIA-Ciudad de México.
“La depresión es un trastorno que normalmente la mayoría de las personas, asocia con tristeza, melancolía, apatía, etcétera; aunque […] el trastorno depresivo implica un alto grado de agresividad. Los depresivos son 'muy' agresivos, ya sea consigo mismos o hacia otros”, detalla el especialista.
Por su parte, el presidente Enrique Peña Nieto, en una acción a evaluar a posteriori, giró instrucciones a los secretarios de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y de Educación Pública, Aurelio Nuño, para que actualicen los protocolos y medidas de seguridad y protección en las escuelas del país. Además de instar al secretario de Salud, José Narro, que personalmente atienda los requerimientos médicos necesarios de las personas lesionadas y de los familiares que lo soliciten, por los hechos ocurridos en la escuela de Monterrey.
En hechos de violencia como este, preguntas como:¿Qué nivel de responsabilidad tienen las redes sociales? ¿Son la razón que llevó al joven a actuar de esa manera? ¿Debería regularse el uso de internet? ¿Què tanto ayuda a entender un hecho violento la transmisión de las imágenes como las replicadas cientos de veces? ¿Debe imperar el respeto a las víctimas y su familia sobre la noticia? ¿Fue censura o autoregulación?… Entre otras tantas, se mantienen suspendidas en el aire.