Foto: Vía Diario Las Américas Este texto se publicó originalmente en Publimetro el día 13 de octubre de 2017
Una declaración de independencia, una lista de objetivos, un documento personal que supone exponer las líneas generales de intención o motivación de los mismos, que nace de la pregunta ¿En qué creo? Y que busca una respuesta.
Más que un documento un manifiesto es una doctrina una declaración de propósitos, que difunde objetivos y estrategias, generalmente utilizado en los ámbitos político y artístico. Del manifiesto comunista de Karl Marx que suponía terminar con las clases burguesas al estridentista que tiene su base en el arte como una forma de rebeldía, transgresión y originalidad. Al final, son cambios de paradigma para un sistema político, o estético; aquí es donde ambos opuestos se tocan.
Algunos de los movimientos que conllevan un manifiesto, son reconocibles gracias al sufijo “ismo” como: Dadaísmo, Cubismo, Surrealismo, etcétera. Estos involucran diversas corrientes artísticas como la literatura, el teatro, la fotografía, el cine, por mencionar algunas.
México cuna del Estridentismo (1921) emerge de la mano de Manuel Maples Arce, contiene influencias del Ultraísmo y el Futurismo, toma su nombre de “estridente” o de aquello que produce un ruido o sonido desapacible.
Este movimiento emana como una respuesta a la Revolución, la cual dejó en claro los problemas económicos, sociales, políticos y artísticos por los que atravesaba el país, dejando de manifiesto el uso excesivo de la industria, el proletariado y la explotación de las masas.
Quizás los viejos vanguardistas jamás imaginaron los manifiestos actuales, algunos de ellos condenatorios, un caso concreto se vislumbra en la actual situación que atraviesa Cataluña, España, que búsqueda su independencia del estado Ibérico.
Los manifiestos modernos han quedado relegados a una cierta estirpe, redactados de los adentros de objetivos vacíos, exponiendo la infamia y cinismo, camuflados de un cierto plano simbólico bajo la premisa de querer cambiar al mundo pero que en realidad provienen desde la convicción, ambición y necesidad individual del hombre o de pequeñas cúpulas de poder.
Lo que se necesita, en un manifiesto para estos días, es que proyecte y ambicione un futuro posible.