Mediodía de domingo y el sol a todo lo que da. Así se presentó el regreso de Pumas al Estadio Olímpico Universitario en este nuevo torneo. Muchas caras somnolientas y otras de cruda se veían en Ciudad Universitaria desde las 10 de la mañana. La contingencia policial no era menor. Pumas recibía a las Chivas de Guadalajara en su casa estudiantil. Un partido que se presumía la extensión de la paternidad en CU, ya que Chivas, desde hace 10 años, no ganaba en sus visitas al equipo de la UNAM.
Más de 39 mil espectadores abarrotaron el Olímpico. La hinchada de la visita copó la Cabecera Sur, aunque también hubieron algunos trazos rayados desperdigados por todo el estadio. Ameno y tranquilo el ambiente, a pesar de la convivencia cercana entre aficiones.
Así transcurrió el partido, tan ameno y tan tranquilo que a veces faltaba una almohada para apoyar la cabeza y dejarse llevar por lo que dictaban las acciones del encuentro. Hasta entonces, todo marcha bien. Tranquilo, pero bien. En el descanso las aficiones siguieron compartiendo, aunque siempre con los vasos de ‘cerveza’ volando desde la Zona Puma o del Pebetero hacia las tribunas.
Sí, todo marchaba bien. Aunque la convivencia y la paz no siempre es eterna, en ocasiones una simple gota puede rebalsar un vaso de leche, y esta vez no fue la excepción. Ya no todo marchaba tan bien.
Un tiro libre de Fernando Arce, que se coló en la portería de Alejandro Palacios, dejó la tranquilidad de lado para transformarse en violencia. La efusividad del grito de un aficionado chiva desató la furia de la afición felina. Un desubicado y eufórico fanático se quitó la playera y gritó a los cuatro vientos el gol de los tapatíos. Pudo dedicarlo a su abuelita en el cielo, a su familia, a sus amigos, a quien recordó, pero se equivocó al dedicárselo a la fanaticada de la UNAM, esa que colmaba la ‘Zona Puma’. Ya no sólo volaron uno que otro vaso de cerveza…volaron todos. Voló cualquier cosa que se pudiera lanzar. Amenazas e insultos, por supuesto. Sí, escupitajos también. En aquel bombardeo lascivo, no dudo hayan habido fluidos corporales.
Por suerte, no quedaba mucho tiempo para el final, y el asunto no se puso tan feo, aunque el ‘Chiva amigo’ ya no era tan amigo. En solitario quería increpar a las más de 30 mil almas que lo querían morder como Luis Suárez a Giorgio Chiellini. Al final desistió de su batalla contra el mundo y se retiró, aunque festejando más que Mario Götze en la final de la Copa del Mundo.
En fin, siempre una gota más puede rebalsar el vaso de leche. Las Chivas derrotaron como visitante a los Pumas, pero los universitarios igualaron en apoyo fuera de la cancha, pese a la violencia ante la reacción del solitario grito de gol surgido entre colores de oro y cielo.
Cristian Rivas
@cmrivass